El estado de alarma decretado por el Gobierno deja desiertas las Islas Canarias a las puertas de Semana Santa. Playas precintadas, restaurantes y comercios cerrados proyectan una imagen inédita de las islas y acarrean pérdidas millonarias.
Hace un año las playas y las terrazas estaban abarrotadas, pero hoy lucen desiertas. El sector de la restauración y el hostelero sufre el impacto desolador de una semana normalmente ajetreada. La mayoría de turistas han regresado a casa y los canarios permanecen confinados en sus casas. De los cerca de 2.000 establecimientos turísticos del archipiélago solo quedan abiertos 14 hoteles para prestar servicios esenciales.
Por delante, una Semana Santa de confinamiento que dejará una pérdida que la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias calcula en más de 400 millones de euros. La preocupación, que hasta el momento se centraba en abril y mayo, alcanza ya al verano. El objetivo principal es que la temporada estival quede libre de sobresaltos.