"Vienen agotados después de varios días de viaje, con muy pocas pertenencias, lo que refleja que han salido de sus casas con lo puesto, de forma precipitada", cuenta Raquel Fernández Gibaja. Esta técnica del programa de refugiados de la Cruz Roja recibe desde el pasado jueves a las personas que huyen de Afganistán y llegan hasta Madrid. En el campamento levantado en la base aérea de Torrejón de Ardoz ya han atendido a alrededor de 1.400, con los que llegaron este martes a bordo de dos aviones.
Según el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá "el 80% de los colaboradores españoles que han sido evacuados han salido ya del dispositivo temporal de la base de Torrejón". Algunos han sido trasladados a otros países y el resto derivados a centros de acogida de distintas comunidades.
"El problema es que no se sabe cuántas personas llegarán ni durante cuánto tiempo", explica Iñigo Vila, el jefe de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja, la organización que se encarga de darles una primera atención nada más llegar.
"Para nosotros es el día a día. Aunque no lo hacemos normalmente en Madrid como está pasando en esta ocasión, sí que es verdad que lo hacemos de manera habitual en la costa con la llegada de pateras, en el sur de la península, Canarias, en las ciudades autónomas o en Baleares o en reasentamientos que se realizan de unos países a otros", señala.
Lo primero que hacen es tomarles la temperatura y un test de antígenos para evitar brotes de covid 19. Les dan comida, mantas, sábanas y un kit de higiene. El dispositivo cuenta además con un punto de atención sanitaria y dos tiendas de aislamiento con aseos para personas positivas de covid-19 y contactos estrechos.
Hay una zona para poder ducharse y un campamento provisional levantado por la Unidad Militar de Emergencias (UME). Estas instalaciones temporales del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones cuentan con 790 plazas, más otras 60 para cuarentenas.
"La mayoría son familias con niños. Vienen con documentación, lo que facilita mucho los trámites. No hay menores no acompañados, por lo que no es necesario hacer una separación de los adultos. Intentamos que pasen el menor tiempo posible en el campamento. Tenemos un plazo de 72 horas pero la mayoría salen en 48 horas y son trasladados a los puntos de acogida", dice Fernández Gibaja.
Más de 300 personas participan en las tareas de atención que lleva a cabo la Cruz Roja, desde el acompañamiento y la asistencia psicológica a la llegada, hasta que salen de esta instalación en la que se encuentran de tránsito. 180 personas lo hacen simultámente durante el dispositivo de llegada de los vuelos.
Los voluntarios atienden sus necesidades urgentes. "Algunos necesitan medicinas o una atención específica. Hay familias que han dejado atrás a otros miembros, que no han podido llegar al aeropuerto de Kabul. Vienen con mucho estrés psicológico y miedo. Su primera preocupación es contactar con sus allegados, encontrar un sitio para cargar el móvil y hablar con ellos. No se preocupan por qué van a hacer mañana aunque sí están preocupados por saber qué va a ocurrir. Quieren descansar, sentirse seguros y tranquilos y coger fuerzas”, destaca Fernández Gibaja.
Nada más bajar del avión estas personas manifiestan su voluntad de solicitar protección internacional y reciben un permiso extraordinario de permanencia de 15 días, expedido por los agentes de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional.
"Hacen una entrevista en la que declaran que han huido de Afganistán y solicitan asilo político, lo que les autoriza a permanecer en territorio español como refugiados", explica Aliva Díez, la coordinadora estatal de Acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
El nombre oficial es "documento acreditativo de la condición de solicitante en tramitación de protección internacional" . Tienen un plazo de 45 días para solicitar el asilo y un plazo de seis meses para determinar si les reconocen algún tipo de protección", puntualiza.
Los que sean admitidos a trámite recibirán la llamada 'tarjeta roja' -por el color del cartón con el que el documento está fabricado- y que les permite permanecer en el sistema estatal de acogida durante un plazo de 18 meses, aunque puede prolongarse.
"Siempre intentamos que las familias permanezcan juntas en los pisos de acogida o albergues, incluso con otros núcleos familiares con los que tienen relación, porque son amigos o vecinos", relata Díez. Mientras participan en el programa de protección, cubren sus necesidades básicas: empadronamiento, alimentación, sanidad o escolarización de los menores, entre otras.
El equipo jurídico de CEAR les presta asesoramiento legal. Durante el tiempo que dura la estancia en los centros de acogida, los equipos técnicos multidisciplinares diseñan un plan personalizado para cada uno, con el objetivo de lograr un mayor grado de autonomía y su inclusión en la sociedad.
En estos equipos multidisciplinares participan trabajadores sociales, técnicos de inclusión social, psicólogos, personal de administración, traducción e interpretación, abogados, personal de conserjería, limpieza y recepción.
La solicitud de asilo puede tardar meses en tramitarse o incluso ser denegada. Entonces se lleva a cabo una revisión de la solicitud y de las condiciones y características individuales de esa persona.
Inicialmente se les asigna una plaza en los recursos gestionados por las ONG'S, que pueden ser centros de personas refugiadas o pisos independientes. Allí suelen pasar entre 6 y 9 meses, en función de la vulnerabilidad de la persona.
“Durante este tiempo es importante su integración, que conozcan el entorno y aprendan el idioma, sus derechos y deberes y se preparen para insertarse también laboralmente”, dice Díez.
En la segunda fase tienen acceso parte de programas de integracción que fomentan su autonomía y su integración en el mundo laboral. Suelen durar entre seis meses y un año y se conceden en función del perfil de cada persona. En este tiempo tienen opción a alquilar una vivienda con el apoyo de Cruz Roja y siguen contando con apoyo legal, psicológico y orientación para cursar su solicitud de protección internacional.
La 'tarjeta roja' es un documento que no les permite trabajar, aunque tiene un NIE o número de identificación del extranjero, con el que pueden recibir una tarjeta sanitaria, abrir una cuenta bancaria, matricularse en algún curso o tramitar el permiso de conducir español, por ejemplo.
Las personas que no puedan acogerse al estatuto de refugiado obtienen la protección subsidiaria, dirigida a quienes no reúnen todos los requisitos pero se enfrentan a daños graves si regresan a su país de origen.