Buscan los petates de Tomás Gimeno lastrados con la botella para saber el destino de las niñas de Tenerife

  • Los expertos creen que la botella de buceo se usó para lastrar bultos dentro de la funda

  • La Guardia Civil tiene como hipótesis principal que las niñas pueden estar dentro de los petates

  • Creen que Tomás Gimeno se lastró con los ocho kilos de plomo

El barco Ángeles Alvariño está parado en el mismo barranco donde encontró la botella de buceo con el edredón atado en la grifería por un extremo. El otro extremo estaba suelto por la abertura de la funda nórdica lo que sugiere a los investigadores que se utilizó para lastrar bultos dentro de la funda. Suponen que también iba cerrado con un nudo por ese extremo, pero la caída de 1.000 metros tuvo que hacer que se abriera y diseminara el contenido, cayendo todo no muy lejos, pero por separado. Eso es lo que están buscando con el robot no tripulado.

Los problemas de visibilidad del robot

El problema es que el robot si se acerca demasiado al fondo pierde campo de visión, porque el movimiento desde arriba hace que puedan perder dos metros de golpe sin rastrear. Si elevan el robot también pierden visión aunque ganan campo, pero al ser una cordillera con montañas, grietas y cortantes, los objetos y bultos se pueden haber metido en cualquier hueco. Si las pequeñas, como supone la Guardia Civil, estaban dentro de los petates (de neopreno según testigos) podrían encontrar los cuerpos, porque la acción de los microorganismos externos y fauna no se produciría, y la interna llevaría su ritmo normal.

De hecho, los GEAS están acostumbrados a rescatar personas del fondo marino y saben bien las diferencias de estar protegido o no. El último buzo que sacaron de aguas de Lanzarote estaba a 93 metros y después de un año sobre un talud de arena, con el neopreno puesto, lo sacaron saponificado. Los microorganismos y crustáceos solo habían actuado en los pies. A mil metros hay animales con bioluminiscencia, un rasgo muy común especialmente entre los seres que viven en la mesopelágica, entre 200 y 1000 metros bajo el mar, una zona en la que los rayos del sol se comienzan a difuminar. Por eso, el robot necesita acercarse y meter la potente luz led que lleva.

Ahora todos están centrados en buscar el ancla y el cinturón de 8 kilos de plomo que llevaba Tomás junto con la botella en la lancha. Los investigadores lo sabían desde el principio y la orden que se había dado a los GEAS que buscaron las primeras semanas fue la de encontrar esos objetos. De hecho, la Guardia Civil estuvo utilizando un magnetómetro para encontrarlos, como ya avanzó informativos Telecinco. Analizan la botella que aun tenía aire, pero quieren saber si la recargó para que pesara más. Suelen pesar entre 12 y 16 kilos, suficiente para lastrar. Por eso están buscando en las empresas que se dedican a eso. La botella habría perdido parte del oxígeno en el mes que lleva hundida. El edredón lo examina criminalística en busca de manchas, ADN, por si estuvo en contacto con las pequeñas.

Así preparó los lastres Tomás Gimeno

Los investigadores apuntan a que Tomás preparó el primer lastre entre las 21. 30 a las 23. 30 que regresó al puerto. Tuvo una hora para prepararlo. Las tres llamadas de Beatriz, la madre de las pequeñas, a las 22 horas, 22.30 y 22. 40 lo sitúan. Después se quedó sin batería y coincide con su vuelta a puerto. A las 23.15 le registró el Servicio Marítimo y ya no llevaba los bultos que había cargado. Lo curioso es que en la segunda salida, con el móvil cargado otra vez, volvió a un punto muy próximo. A las 1.30 le llamó Beatriz; más de 20 minutos hablando de su matrimonio. Y de que se iban lejos.

La Guardia Civil cree que Tomás se lastró después con los 8 kilos de plomo, suficiente para caer al fondo como una piedra y su móvil se apagó en el mar bruscamente. En el entorno de la madre de Anna y Olivia, siguen pensando en que todo fue un montaje, una la escenografía para eliminar cualquier rastro de la vida de las niñas pero para para huir con ellas. No quieren ni imaginar que la acción de Tomás Gimeno respondía a un plan cruel y despiadado para que Beatriz nunca más volviera a saber que ocurrió con sus pequeñas, la peor de las agonías.

Algo parecido a los pretendió hacer José Bretón para seguir maltratando a su exmujer de por vida. De hecho, Bretón jamás ha reconocido que matara a sus hijos en la hoguera a pesar de haber sido condenado por ello. Beatriz de la mano de su portavoz Joaquín Amills, lo explica, “no tenemos ni un solo indicio del peor de los escenarios, no hay nada y los único que vemos es una obra escénica”. Responde creen al carácter de Tomás. Por eso se agarran a la vida y piden fuerza y actos como el de encender una vela por Anna y Olivia. Aunque la Guardia Civil no haya encontrado tampoco ningún indicio de que Tomás Gimeno lograra huir con sus hijas y salir de la isla.