El buque oceanográfico Ángeles Alvariño, que desde el pasado domingo se ha sumado al operativo de búsqueda de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas junto con su padre en Tenerife, ha detectado con su sonar "algo extraño" y sigue examinando a fondo la zona. No es la primera vez que se localiza un objeto extraño con el sonar. La última fue una bolsa de basura.
La nave, cedida por el Instituto Oceanográfico, está barriendo con un sonar la zona frente al Puertito de Güimar en Tenerife, donde fue hallada abandonada y a la deriva la lancha en la que fue visto por última vez Tomás Gimeno, padre de las niñas.
Las labores de búsqueda en el fondo marino están resultando muy complicadas, según fuentes de la investigación consultadas por Efe, pues el terreno es rocoso y lleno de precipicios. La previsión inicial es que la búsqueda dure entre ocho y nueve días de forma ininterrumpida las 24 horas. Por el momento, se centra en un área de unas diez millas cuadradas, frente al litoral de Santa Cruz de Tenerife, que el buque del Instituto Español de Oceanografía viene rastreando desde el pasado domingo.
La zona, acordada por Guardia Civil y personal del buque, es la delimitada por el geoposicionamiento del móvil del padre de las niñas, Tomás Antonio G.C., quien se hizo a la mar en dos ocasiones en la noche del 27 de abril, cuando se le perdió el rastro. Embarcó solo, sin la compañía de las niñas, y antes cargó desde su vehículo maletas y bolsos, para lo que tuvo que realizar tres viajes. De regreso de su primera incursión en el mar fue interceptado por la Guardia Civil y propuesto para sanción por saltarse el toque de queda.
Los agentes no hallaron nada sospechoso en la lancha de Tomás, puesto que a esas horas la madre aún no había denunciado la desaparición de sus hijas. Luego, pasada la medianoche, volvió a zarpar y horas más tarde la embarcación fue localizada vacía, a la deriva y sin ancla frente al Puertito de Güímar. A bordo del Ángeles Alvariño están siempre dos agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil, que dirige la investigación, que se van turnando cada ciertas horas, dado que la búsqueda bajo el mar se desarrolla de día y de noche. Este buque oceanográfico realiza una prospección con sonda multihaz con el que, a una velocidad reducida, va realizando varias pasadas sobre un mismo punto, con lo que se gana en resolución.
La sonda multihaz permite hacer una cartografía con una batimetría precisa que facilitará el posterior trabajo del robot submarino, según consta en la información facilitada por la Guardia Civil. En esta labor de prospección con sonar se establecen calles paralelas que se solapan para cubrir toda la superficie a explorar. Durante este reconocimiento se van estableciendo marcas en las irregularidades del fondo que requieran una inspección visual a posteriori.
Esa inspección le corresponderá, llegado el caso, al robot no tripulado Liropus 2000, con capacidad para operar y realizar recogida de muestras más allá de los 2.000 metros de profundidad, aunque si es debidamente adaptado puede trabajar hasta los 3.000 metros.
Está dotado con un potente sistema de iluminación de 17.000 lúmens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios), y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad. Para la toma de muestras cuenta con dos brazos manipuladores hidráulicos de precisión para la recogida de elementos sólidos y un sistema de succión para muestras líquidas y gaseosa