La historia de superación de Valeria, sietemesina que nació pesando 1,7 kilos

Informativos Telecinco 19/12/2017 06:34

Prematura, Valeria nació con 29 semanas y 1 día de gestación. Tan solo pesaba 1 kilo y 70 gramos al nacer, y su madre no pudo conocerla hasta pasados tres días desde la cesárea.

EL MOMENTO MÁS DURO

“Al principio, en la primera mitad del periodo de tiempo que estuvo en la incubadora lo pasamos muy mal por un doble motivo: En primer lugar, porque justo en la semana 29 de gestación de mi mujer, tuvo una subida de tensión muy importante, y acudimos a urgencias de la Clínica de la Universidad de Navarra, donde le detectaron una enfermedad que se denomina preeclamsia, que consiste básicamente en que la placenta se estropea y para salvar la vida del feto del bebé, la madre pone a toda pastilla lo que es la maquinaria del riñón para funcionar, para permitirle la entrada de oxígeno a través del cordón umbilical porque si no muere ahogada”. Con esta medida, explica Rodrigo, el padre de la pequeña, “lo que hace la madre es suicidarse, entre comillas, para salvar la vida de su hijo”.

Tal es así, que llegó un momento en el que los médicos “intentaron aguantar el máximo posible para que se desarrollaran sobre todo los pulmones de la niña, y no fue posible porque corría peligro la vida de las dos”. Fue ese el peor momento. Cuando tanto pediatría como ginecología y nefrología, las 3 especialidades trabajando juntas, les hicieron ver que iban a "intentar en la medida de lo posible aguantar para salvar la vida de las dos personas y que en el momento en que la vida de una de los dos corriese peligro iban a intervenir”.

“En ese momento, que tú no puedes hacer absolutamente nada, tienes una sensación de impotencia brutal… Ves que te puedes quedar sin hija, sin mujer… y todo en cuestión de horas o de minutos. Lo pasas francamente mal”, relata Rodrigo.

EL TEMOR ANTE LA INCERTIDUMBRE

Cuando nació Valeria, fue a la incubadora. Tras la cesárea, su madre estuvo dos días en cuidados intensivos, y no fue hasta el tercer día de vida de la pequeña cuando pudo verla por primera vez.

Parando solamente para ir a comer, los padres de Valeria estaban todo el día en la Clínica Universidad de Navarra pendientes de su pequeña. La incertidumbre, dada la delicada situación, acrecentaba el temor: “Lo pasamos francamente mal porque teníamos la incertidumbre, no sólo de que aguantara con vida, sino si podía tener algún tipo de malformación, sobre todo neurológica”, cuenta Rodrigo.

Sin embargo, gracias al esfuerzo de todos, –de la pequeña; de los padres; de los equipos médicos antes, durante y después de la gestación– todo fue bien, y al final Valeria salió de la UCI pesando 2 kilos.

Desde el primer momento, –desde que Valería naciese con 1 kilo 70 gramos, bajando dentro de lo normal a 1 kilo y 20–, como confirmó el pediatra de la UCI, la pequeña “tenía un enorme espíritu de supervivencia y aprendía cosas que no le tocaban a su edad por el momento de gestación que tenía, como puede ser amamantar o las relaciones propias de un recién nacido, que no le tocaban”.

“Lo hizo de maravilla, salió airosa de todo”, cuenta su padre, recalcando también el buen trabajo de los doctores: “El pediatra se anticipó a las posibles infecciones que podía tener y le hizo dos transfusiones de sangre antes de que esa infección se consumara”, explica.

VALERIA, UNA LUCHADORA DANDO SUS PRIMEROS PASOS

Dicen que es un momento inolvidable, que queda inmortalizado para siempre en la memoria: los primeros pasos de un bebé. Valeria los dio comenzando los 13 meses de edad, mientras jugaba con sus padres, que la admiraban sin dar crédito. Tanto el pediatra como el neuropediatra les dijeron que era posible, casi seguro, que se notase que era un bebé prematuro hasta los dos primeros años de edad. Sin embargo, “mucho antes lo ha superado”, y según ha confirmado el especialista en una visita de hace tan solo un mes y medio, “ya está en la mitad del percentil, como si hubiera nacido a término”.

“Su capacidad de recuperación ha sido abismal. No ha tenido ninguna enfermedad absolutamente; nada. Está estupendamente. Va a día de hoy a la guardería y hace una vida normal. Come de todo, juega a todo y su desarrollo en todos los sentidos, tanto físico como neurológico es el propio de su edad”, afirma Rodrigo.

EL MOMENTO DE MAYOR ALEGRÍA

Así, hoy, Valeria, de 1 año y 9 meses de edad, es una niña sana y feliz junto a su familia. Dejando atrás los instantes más difíciles, su padre recuerda con nitidez cuál fue el mejor momento pasado todo este tiempo: “El motivo de mayor alegría es cuando ya el pediatra te comunica que lo peor ha pasado y ahora simplemente es cuestión de que gane peso y ya está. Entonces ves que es una cuestión de tiempo que la niña vaya a casa, y ya se te va todo el cansancio, todos los males… Ese es probablemente el motivo de mayor alegría: cuando ves que ya desde un punto de vista médico y científico te aseguran de que vas a salir airoso de ese trance", cuenta.

LA BELLEZA EN LOS PEQUEÑOS DETALLES DE LA VIDA COTIDIANA

No obstante, la felicidad se vive también a diario: “Verla cada día, cuando te coge simplemente el dedo o te sonríe o te mira a los ojos y hace algún gesto con la cabeza; cuando va corriendo hacia ti para que la cojas en brazo… Te das cuenta de que la verdadera belleza de las cosas está en los pequeños detalles de la vida cotidiana. No hace falta nada extraordinario para ser feliz”, asegura Rodrigo en un mensaje que sin duda llama a la reflexión.

“En el día a día es como te vas dando cuenta de su evolución. Cuando empiezas a ver sus fotografías y cómo le cambia la cara ves cómo poco a poco va dejando de ser bebé para ser una niña. En esos momentos también quieres absorber cada segundo para aprovecharlo porque sabes que no va a volver”, apunta.

UN MENSAJE PARA AQUELLOS QUE ATRAVIESAN UNA SITUACIÓN SIMILAR

En un ánimo de lanzar un mensaje para aquellos que viven una situación tan difícil como lo fue la de Valeria y sus allegados, con el objetivo de insuflar apoyo y cariño, preguntamos a Rodrigo qué les diría a estas personas para enfrentar la situación:

“El mensaje que pudiera mandarles es que no pierdan nunca lo que es la fe ni la esperanza, porque incluso en los casos más complicados la capacidad de recuperación que tienen estos bebés y su espíritu de lucha es tremendo. Por muy negro que parezca todo, saldrán adelante seguro. Hay que tener mucha fe y creer mucho. Y aunque parezca mentira, estar al lado del bebé también, porque ellos sienten que estás a su lado y eso también les da apoyo moral para tirar hacia adelante. Luego se convierte todo en una pesadilla, que de vez en cuando te acuerdas, pero cada vez menos porque va pareciendo todo como que ha sido un mal sueño”.