"Perdona porque en algún momento no te he abierto los ojos y te he hecho aferrarte a la esperanza", confiesa hoy entre lágrimas Joaquín Amills. "Creo que la esperanza es lo que a las familias de desaparecidos les mantiene vivas. El caso de Olivia y Anna va a marcar un antes y un después. Ojalá que así sea, será el mejor homenaje que podamos darle no ya desde la sociedad sino de todo el mundo. Hay pocas palabras. Esperemos que se pueda cerrar este círculo. Que se identifique a Olivia, que se encuentre a Anna, a este individuo que me cuesta pronunciar el nombre. Que se cierre el círculo", es ahora su deseo, aunque una parte de su ser considera que tal vez abrazaron en exceso a la fe.
Joaquín Amills siempre intentó animar a Beatriz a lanzar puentes con Tomás Gimeno. La mínima posibilidad de que hubiera huido, algo que los investigadores descartaron casi desde el inicio, animaba a enviar esas cartas, a promover los vídeos para que nadie se olvidara de las niñas si es que estaban fuera de España y para que los mensajes llegaran al egocéntrico padre, para que volviera a casa. Los amigos de Tomás también le pidieron volver. Un error, decían todos, que no tendrá consecuencias.
La realidad es que Beatriz siempre se aferró a ver a sus hijas con vida. No pensó nunca que Tomás las había matado. "Todo esto ha sido un teatro. Yo creo que si se cometiese una locura de ese calibre, tan loca, tan sumamente loca, sería mucho más rápido y fácil, ¿no?". El mecanismo de defensa ante una situación tan difícil de aceptar es la negación, según los expertos.
Pensaba en el fondo de su ser que era incapaz de vengarse de ella de esa manera tan horrible. Beatriz, que le había aguantado infidelidades, una relación paralela y que ya no pudo más y dijo basta nunca pensó que el odio llegara a tal extremo. Se separó de Tomás estando embarazada de Anna. Y logró rehacer su vida. Algo por lo que Tomás le hizo pagar. No era tan extraño ese deseo de Beatriz de que todas las pistas, o la aparición de la bombona fueran un teatro.
Como señala Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga es normal que mientras Beatriz tuvo esperanza, quiso hacer algo para encontrar a sus hijas. Ahora solo quiere que Anna y Tomás también aparezcan y cerrar un círculo que dolerá de por vida.
Amills lo ha intentado todo para que Beatriz no estuviera sola en este viacrucis. Ahora tiene claro que Tomás "un sujeto narcisista y egoísta. Le gustaba ser el protagonista de todo pero a la vez en círculos muy concretos. Era una persona ególatra, completamente inmadura e infantil con unos caracteres de una personalidad muy machista".
Mantiene Joaquín Amills que Gimeno pensaba que "todo lo que había era su posesión. Ha actuado de una manera tan cruel, vil e innoble porque sabía que donde dejó a las niñas era difícil encontrarlas y no podía pensar en los trabajos del buque. Pensaba que Beatriz iba a sufrir el resto de su vida por no poder cerrar el duelo congelado y tendría que aprender a sobrevivir".
Aunque los investigadores y los expertos no contemplaban otro desenlace, guardaron un discreto silencio para no desalentar y sumar dolor a la madre de las niñas. Beatriz se aferró a la posibilidad de que no hubiera sido así, de que las pequeñas siguieran vivas junto a su padre en algún lugar y mostró hasta ayer mismo, hasta el último instante un inmenso coraje. Beatriz se agarró a la esperanza hasta el último momento. Imposible ahora encontrar consuelo.