El buque oceanográfico 'Ángeles Alvariño', equipado con un sonar de barrido lateral y un robot submarino, se ha sumado a la isla de Tenerife al dispositivo de búsqueda de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas el pasado 27 de abril junto a su padre, Tomás Gimeno. Los investigadores descartan que estén en la isla y buscan en el fondo del mar, en la zona delimitada por el móvil de Tomás Gimeno. Como desvela El Programa de Ana Rosa, se movió en líneas paralelas, de unos 7 kilómetros cada una, y se pararon unas dos horas en un punto en concreto.
El buque, operado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), partió el pasado domingo del puerto de Vigo y su incorporación a la búsqueda de las niñas fue anunciada por la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, quien esta misma semana subrayó que la investigación "no se para" y continúa con la incorporación de estos medios extraordinarios.
A bordo de esta embarcación viaja el robot submarino no tripulado Liropus, propiedad del Instituto Español de Oceanografía, capaz de maniobrar hasta 2.000 metros de profundidad, y que fue empleado para la observación del volcán submarino Tagoro, frente a La Restinga (El Hierro). Equipado con siete cámaras, puede recorrer el fondo marino, enviar imágenes en directo e incluso recoger muestras.
El Liropus ha supuesto una inversión de 1.450.000 euros, financiado al 70 por ciento con fondos FEDER y el 30 por ciento restante con presupuesto del IEO.
El ROV, acrónimo del inglés Remote Operated Vehicle, Vehículo operado a distancia, facilita la investigación de los grandes fondos marinos por medios no invasivos que permiten la observación directa de los hábitats y de las comunidades biológicas en su estado natural, apreciando su estructuración y sus características ecológicas fundamentales, sin producir impactos en los mismos.
El Liropus ha sido configurado a medida, según los requerimientos del IEO, para realizar tareas de observación y recogida de muestras y datos hasta una profundidad de 2.000 metros, aunque el sistema tenga, debidamente adaptado, capacidad para trabajar hasta 3.000 metros de profundidad.
Se trata del modelo ROV SUPER MOHAWK II, uno de los ROV del fabricante Sub-Atlantic más vendidos hasta la fecha con 22 unidades de este tipo operando actualmente en todo el mundo. Este ROV, que cuenta con 6 motores, combina una gran potencia y una gran capacidad de carga que le permite llevar, además de seis tipos de cámaras, instrumentos de medición y toma de muestras.
Con el Liropus el IEO realiza una importante aportación a la capacidad oceanográfica de la Unión Europea. Este nuevo vehículo submarino es la contribución española a una flota de un total de 44 sistemas de similares características con los que ya cuentan los países miembros. Sin embargo, de esta flota sólo 11 sumergibles no tripulados pueden operar a una profundidad igual o superior a la que la que alcanza el ROV del IEO, y sólo Noruega, Reino unido, Alemania, Portugal y Francia cuentan con sistemas capaces de operar a mayores profundidades.
En una actividad de índole oceanográfica, la captación de imágenes, y su grabación, requieren una calidad y nitidez excepcional. Por ello se ha cuidado mucho este aspecto dotando al sistema con un potente sistema de iluminación de 17.000 lumens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios), y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad. En cuanto a la instrumentación oceanográfica, el Liropus cuenta con dos equipos CTD para medir temperatura, presión y salinidad así como con un correntímetro de efecto doppler para estudiar las corrientes a las profundidades donde opere. El bastidor está diseñado para instalar además hasta 20 kilogramos de cualquier otra instrumentación científica que se requiera. Para la toma de muestras cuenta con dos brazos manipuladores hidráulicos de precisión para la recogida de elementos sólidos y un sistema de succión para muestras líquidas y gaseosas.
El 'Ángeles Alvariño' cuenta con un sonar de barrido lateral, un aparato que usa la propagación del sonido bajo el agua para obtener imágenes digitales de la superficie del fondo marino. Las señales acústicas emitidas rebotan en el fondo creando una imagen del mismo. Sus aplicaciones más comunes incluyen la cartografía detallada de comunidades de los fondos marinos, localización de tuberías, viaductos o cables, la búsqueda de objetos o yacimientos arqueológicos sumergidos, entre otros.
El buque oceanográfico tiene previsto rastrear la zona donde la lancha de Tomás Gimeno fue encontrada a la deriva, a una milla náutica del Puertito de Güímar. Ahí hará una radiografía del fondo marino con el sonar para tratar de identificar algún objeto extraño y, si es posible, subirlo luego a la superficie con el robot submarino.
Con esta tecnología la Guardia Civil rastreará el fondo submarino en un área delimitada por el geoposicionamiento del móvil de Tomás Gimeno de 37 años, obtenido a través de un duplicado de su tarjeta, en la madrugada del 28 de abril, horas después de que se le perdiera el rastro. Las cámaras de la Marina de Tenerife y un vigilante lo vieron salir por segunda vez al mar con su lancha a las 00.30 horas.
Antes, había entrado al puerto solo con su coche, desde el que llevó a su embarcación varias maletas y bolsas, y realizó una primera incursión al mar. Cuando regresaba a puerto, la Guardia Civil lo interceptó y lo propuso para sanción por saltarse el toque de queda. En la embarcación los agentes no encontraron nada sospechoso. A esas horas, la madre de las niñas aún no había denunciado la desaparición de sus hijas. Horas más tarde, la lancha fue hallada vacía y a la deriva frente al Puertito de Güímar. Posteriormente, los equipos de emergencia localizaron flotando en el agua una silla de retención infantil que usaba Anna.