El tiempo corre en contra de los investigadores a cargo de la investigación de Anna y Olivia, las niñas de Tenerife desaparecidas con su padre. El caso se trata como si de un secuestro se tratara. Los agentes de la Guardia Civil no se han relajado ni un segundo porque saben que están en una contra reloj.
Hace más de 20 días que nada se sabe de Tomás Gimeno y de sus hijas, Anna y Olivia. La madre de las niñas, desesperada, no deja de alimentar las redes sociales con imágenes de las menores, por si alguien las hubiera visto, en España o en el extranjero, donde ella siempre ha mantenido que su expareja se ha llevado a las menores.
Es un caso enormemente complejo, sobre el que pesa la posibilidad de que se convierta en una gran incógnita sin resolver. La teoría de la fuga ha sido siempre la línea más débil para los investigadores. Aunque los agentes de la Guardia Civil no se han relajado ni un minuto, el paso del tiempo corre en contra.
La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Tenerife se centra en el mar, donde apareció vacía y a la deriva la lancha de Tomás Gimeno, según informa el diario El Mundo. Al padre de las niñas de Tenerife se le vio el día de la desaparición a él solo en el puerto, cargando dos petates militares y otro paquete más.
Los agentes esperan la llegada de un sonar que rastree el fondo del mar. No obstante, saben que es difícil dar con alguna pista por la enorme profundidad de esas aguas y por su orografía escarpada y rocosa. Es necesaria, la orden judicial para que el aparato llegue a la isla de Tenerife.
Para analizar el tráfico marítimo en la zona, un equipo técnico de la Unidad Central Operativa (UCO) se desplazó a la isla canaria. El trabajo hecho hasta ahora ha descartado que algún barco fondeara junto al de Tomás GimenoTomás Gimeno esa noche.
En casa del padre también se ha buscado en más de 2.000 metros cuadrados de terreno. Nada ha llamado la atención de los agentes, que sin embargo, trabajan en los restos biológicos hallados en el interior de la vivienda. El coche de Tomás Gimeno también se ha analizado minuciosamente.
El padre de Anna y Olivia nunca admitió la separación de su expareja, Beatriz. A la que puso un detective cuando ya no eran pareja pero seguían conviviendo.
Poco después agredió, según el citado diario, con un palo a la nueva pareja de Beatriz, un empresario de la isla de 60 años. Cuando la madre de las niñas intervino, él la arrastró por el suelo. No hubo denuncia.
Los amigos de Tomás Gimeno aseguran que él no quería que las niñas convivieran con la nueva pareja de Beatriz.
La tarde de su desaparición, su expareja sabía que algo iba mal. Ella le llamó varias veces, al ver que no le devolvía a las niñas a la hora acordada. No pudo contactar con él y acudió a la Guardia Civil. Estando allí recibió una llamada y la madre salió corriendo. Los agentes tras ella, dada la gravedad de las acusaciones.
Pasadas las 23.30 de la noche, Tomás había recargado su teléfono, tras hacer una primera salida al mar. Tranquilizó a Beatriz y le dijo que las niñas estaban dormidas y que a la mañana siguiente se las llevaría.
Esa noche, Tomás Gimeno envió varios mensajes de despedida a sus padres y amigos, que a primera hora de la mañana avisaron a Beatriz, que de inmediato volvió a la Guardia Civil, esta vez sí, a poner una denuncia.