Se cumple un año de Filomena, la gran borrasca que desplomó las temperaturas y los termómetros, trajo consigo fuertes nevadas y tiño de blanco algunas zonas de España, especialmente Madrid, donde pocos habían visto un fenómeno parecido en la capital. La gran nevada del siglo.
Es difícil olvidarse de Filomena y su gran paso por la península, con efectos demoledores para muchos y diversión para muchos otros, especialmente para quienes disfrutaron jugando con la nieve en la puerta de casa o deslizándose por la ciudad como si de una gran pista de esquí se tratase.
Llegó Filomena y, en cuestión de unas horas, cambió la cara de buena parte del país. Hubo quien no sabía si estaba en "Madrid o en Noruega". Y es que la peor parte se la llevó la capital, convertida en una ratonera para toda clase de vehículos. También para sus conductores, que se vieron atrapados en medio de la carretera, sin poder regresar a casa. En los supermercados costaba un mundo el abastecimiento, mientras que las urgencias aumentaban por el gran número de caídas sobre el hielo.
Un duro golpe, blanco, para Madrid, aunque no fue la única zona en donde se notó el paso de Filomena. También en ambas Castillas, Aragón y Levante.
El recuerdo de entonces y el frío de ahora provoca malos augurios, aunque este año es poco probable que haya otra Filomena. Será muy complicado porque esta gran borrasca llegó por una coincidencia muy poco habitual de masas de aire frío y caliente con mucha humedad, que terminaron confluyendo para lograr la tormenta perfecta.
Por si acaso, y para evitar que un fenómeno así vuelva a paralizarnos la vida, en Madrid, por ejemplo, ya han activado su Plan Nevada con 5.258 operarios en la calle, lo que supone un 35% más de efectivos frente al año anterior. De estos, 2.919 operarios trabajarán de lunes a viernes en tres turnos de trabajo y 2.339 retirarán nieve, esparcirá sal y salmuera tanto en calzada como en acera durante el fin de semana, tal y como informa el área de Medio Ambiente y Movilidad y recoge 20 Minutos.