Hace siete años que se convirtió en el primer español y en el primer europeo no anglosajón en presidir una universidad estadounidense, la George Mason University , una institución pública. Puesto que ocupó hasta el verano de 2019. Y lo sigue siendo. Desde septiembre de 2019 preside la Georgia Institute of Technology, también conocida como Georgia Tech. Una universidad también pública, en la ciudad de Atlanta (Georgia), con más de cien años de Historia.
Aunque hablar de pública en el sistema estadounidense es decir que recibe entre el 20% y el 60% de sus fondos de dinero público (en el caso de Georgia Tech), nada que ver con el sistema español. Esta institución se encuentra entre las cinco más valoradas de Estados Unidos en el campo de la ingeniería, según el conocido ranking de la publicación U.S. News & World Report. En ella estudió el expresidente estadounidense Jimmy Carter.
Hace una década este madrileño, ingeniero de telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid que tiene ahora 51 años de edad, ya fue pionero al ser elegido presidente de una escuela de negocios norteamericana, Thunderbird School of Management, en Arizona, cargo que ocupó durante ocho años. En ese momento se convirtió también en el primer español en dirigir una escuela de negocios en Estados Unidos. También fue el primer europeo no anglosajón en hacerlo.
Durante ésa su primera etapa en un órgano de dirección de una institución de educación superior en Estados Unidos, su gran hito fue poner en marcha el primer juramento hipocrático en el mundo del management, que fue impulsado por Naciones Unidas y posteriormente adoptado por otras escuelas de negocios, como la famosa Harvard Business School. Esto es, un juramento de deontología profesional de los estudiantes de MBA (Master in Business Administration o Máster en Dirección de Empresas) similar al que realizan los titulados en Medicina con el objetivo de contribuir a la gestión ética de los negocios.
Su fichaje por Thunderbird se produjo tras su etapa como decano en el Instituto de Empresa (IE Business School). Bajo su dirección esta famosa escuela de negocios madrileña llegó a los puestos de cabeza en los rankings internacionales del sector y desarrolló una marca conocida en todo el mundo.
Ángel Cabrera es también máster y doctorado en Psicología por la universidad que ahora preside, programas que cursó en Estados Unidos gracias a las prestigiosas becas Fulbright . Antes, había disfrutado de otra ayuda para seguir un curso de verano en la Carnegie Mellon University, en Pittsburgh (Pennsylvania), uno de los centros más reputados del mundo en el campo tecnológico. Está casado con una profesora americana de management que conoció dando clases en la Universidad Carlos III de Madrid. Fue tres años decano y seis profesor del Instituto de Empresa; anteriormente había sido docente en las universidades Carlos III y Católica de Ávila, y consultor en Accenture.
Ángel Cabrera tiene una posición privilegiada para analizar los sistemas universitarios estadounidense, uno de los más prestigiosos del mundo; y español, que aún no es capaz de incluir a ninguna de sus 70 universidades entre las mejores del mundo ni de Europa. Y tiene claras cuáles son las recetas para conseguirlo.
Tanto las universidades públicas como las privadas operan bajo la supervisión y gobierno de un consejo independiente. En las privadas, la mayoría sin ánimo de lucro, los nuevos miembros del consejo los escoge el propio consejo. En las públicas, dependiendo del Estado, los miembros son nombrados por el gobernador o las cámaras de representación del Estado. En ambos casos, los miembros del consejo actúan de manera independiente.
El presidente o rector es nombrado por el consejo, que suele formar un comité de búsqueda con representantes del claustro y un estudiante; y suele contratar una firma de cazatalentos. Pero la decisión final es exclusiva del consejo. Mi primer puesto de presidente en Estados Unidos fue en Thunderbird School of Global Management, que ahora forma parte de Arizona State University pero entonces era independiente. Es una escuela de espíritu internacional, así que hizo la búsqueda a nivel mundial y así fue como me encontraron; porque yo entonces era decano del Instituto de Empresa en Madrid. Pero, en general, estas búsquedas son nacionales. Y así, con un proceso de selección personal en el que pasas entrevistas o un proceso de investigación de tu pasado, entre otras pruebas, es como llegué a mi segunda presidencia (George Mason University en 2012) y la tercera (Georgia Tech en 2019).
Georgia Tech está considerada entre las mejores universidades públicas del país. Somos parte de la prestigiosa American Association of Universities y atraemos uno de los mayores presupuestos de investigación entre las universidades no médicas. Este año hemos elaborado un nuevo plan estratégico. Nuestra misión es desarrollar líderes que avancen la tecnología y mejoren la condición humana. Nuestro plan gira en torno a la idea de innovación incluyente, una universidad dedicada a formar líderes que puedan contribuir a resolver los grandes desafíos con los que nos enfrentamos a nivel local y global, y un motor de la investigación que ayude a transformar nuestra ciudad y nuestro Estado en un nuevo polo de innovación y creación de empresas. También tenemos como objetivo expandir el acceso a grupos tradicionalmente marginados y fortalecer nuestras relaciones internacionales.
A los decanos los designa el rector tras recibir recomendaciones del claustro y de un comité de búsqueda establecido a tal efecto. En general, las búsquedas son nacionales y es muy frecuente nombrar a alguien de otra universidad. Los profesores son seleccionados en las facultades y los nombran los decanos. Para conseguir la titularidad, han de demostrar excelencia docente e investigadora, que es evaluada por un comité de expertos internos y externos. Si no consiguen demostrar esa excelencia, tienen que abandonar la universidad. Si la consiguen (suelen tardar entre cinco y siete años) tienen
empleo vitalicio excepto por causas mayores, de modo que quede garantizada su independencia intelectual.
Es una combinación de subvención estatal; matriculaciones, que en general son muy superiores a lo que se paga en España; contratos de investigación y donaciones privadas.
Cada universidad establece sus propios criterios de admisión. Normalmente, los alumnos de Bachillerato solicitan admisión en varias, unas más selectivas y otras menos, para asegurarse plaza; y luego deciden dónde quieren ir. Las universidades hacen gran esfuerzo de marketing, presentaciones en institutos, por email, etcétera, para que más alumnos las soliciten. En Georgia Tech, que es una de las púbicas más selectivas, este año recibimos 41.000 solicitudes para una promoción de 3.100 alumnos.
Cada sistema es distinto. España ha hecho la gran labor de hacer la universidad accesible a la mayoría de alumnos de cualquier nivel socioeconómico. Lo que no ha conseguido aún es colocar ninguna universidad en la élite científica mundial. Sin sacrificar lo primero, sería muy importante para la competitividad y la innovación en la economía que hubiera entre dos y cinco universidades de ese nivel, compitiendo por talento (profesores y alumnos) con las mejores universidades del mundo.
Para competir hay que reconsiderar una estructura de gobierno en torno a consejos independientes como se hace no solo en Estados Unidos, sino en escuelas líderes europeas como en Suiza por ejemplo. Y otros países europeos también se están moviendo en esa dirección.
Permitir que las universidades tomen sus propias decisiones en esa materia (selección, retribución) siempre y cuando estén gobernadas por consejos independientes a los que tengan que rendir cuentas.
Permitir que las universidades establezcan sus propios criterios, sobre todo en materia de alumnos extranjeros.
Aumentar la financiación pública, permitir cierta autonomía en establecer la matrícula mientras se ofrezcan becas para apoyar a los estudiantes de renta baja, y facilitar la recaudación de donaciones privadas.
Las escuelas de negocio españolas que han destacado a nivel internacional (IE, IESE y Esade) han surgido de iniciativas privadas con estructuras de gobierno y rendición de cuentas, y autonomía en su gestión, muy diferentes al sistema público.