Al igual que en otras partes del mundo, en España está presente en muchos lugares. Casas, bares, parques, restaurantes, universidades y supermercados son solo algunos. No es el coronavirus. Es el alcohol, una epidemia silenciosa pero a la vista. "La gestión de la incertidumbre en la pandemia y el aislamiento han provocado que se incremente el consumo en algunas personas", explica a NIUS el presidente de la Asociación Proyecto Hombre, Alfonso Arana.
La realidad choca contra los números publicados por el Ministerio de Sanidad. La situación epidemiológica ha trastocado el sistema de análisis del alcohol en España. La encuesta OEDA-COVID es la única que recoge el impacto de sustancias psicoactivas durante la pandemia. Sus datos arrojan que la prevalencia de consumo —de 15 a 64 años— disminuyó en casi cinco puntos al 57,3% en 2020. Pero la disminución está cogida con pinzas.
El coordinador del Grupo de Trabajo de Alcohol de la Sociedad Española de Medicina Interna, Miguel Marcos, avisa de que el estudio telefónico tiene varias limitaciones. Una de ellas es que "los datos son de la primera parte de la pandemia".
El trabajo de campo se hizo, según el informe, entre el 10 de noviembre y el 3 de diciembre de 2020. En ese trecho algunas comunidades decretaron el cierre de bares y discotecas. Incluso algunas como Cataluña lo hicieron un mes antes, en octubre. Otras optaron por restricciones de aforo y horarios. En este punto el doctor aporta una pieza clave: "El consumo en España se asocia con la interacción social y los bares".
"Al cerrarlos y disminuir la interacción social se ha reducido el consumo", expresa el doctor. Añade que por algunas medidas como el toque de queda "los botellones de jóvenes también bajaron". La tasa de respuesta de OEDA fue del 42%, con 8.780 encuestas completadas. Todavía no se han publicado los datos de 2021. Al cierre de este reportaje, este medio ha intentado contactar con Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, pero no ha obtenido respuesta. A falta de cifras, el alcohol está avanzando sigilosamente.
Arana pone énfasis en lo que ha supuesto la pandemia. De las 1.523 peticiones de ingreso en Proyecto Hombre, del confinamiento a inicios de junio de 2020: "Las relacionadas con el alcohol son un 40%, más de 600 personas". Del 2021 aún no disponen de números, pero asegura que también han tenido muchas solicitudes, tanto de hombres como mujeres. "La salud mental de las personas que tienen problemas de consumo abusivo de alcohol ha empeorado", indica.
José Antonio fue una de los cientos de personas en España con trastorno por consumo de alcohol. Es el peor escenario, indica Marcos. José Antonio cuenta que empezó a beber "a los 14 o 15 años" y lo dejó alrededor de los 47. Ahora tiene 50 años y evoca recuerdos tristes para él. Como cuando al levantarse le temblaban las manos por las mañanas porque necesitaba beber. También mentía a psicólogos y psiquiatras porque "lo único que quería era alguna pastilla para dormir".
"Yo, que he estado confinado y soy exalcohólico, me he sentido emocionalmente más vulnerable", relata con tono certero. La pandemia hizo que su grupo de Alcohólicos Anónimos, al que acude habitualmente, dejara de reunirse. Durante ese tiempo en la primavera de 2020 lo pasó mal, volvió el miedo a recaer: "Tuve emociones que me llevaron a aislarme y a no relacionarme. Actuaba como si estuviera bebiendo". La incertidumbre y el miedo han hecho que "algunos hayan recaído por no saber gestionar".
Los días pasaron lentos para él, hasta el punto de que "la recuperación se frenó". No volvió a beber, prosigue, pero se sintió "más frágil e irascible". En el confinamiento, los hábitos de consumo cambiaron para los españoles. En la primera semana de abril de 2020, la compra de cerveza aumentó un 86,5% respecto con el mismo periodo en 2019. La de bebidas espirituosas lo hizo un 93,4%. Son datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Con el paso de las semanas la tendencia se estabilizó.
El presidente de la Asociación Proyecto Hombre detalla que durante la pandemia han notado dos fenómenos. El primero ha sido el consumo rápido por los jóvenes en la fase de desescalada y periodo posterior, incluido 2021. El segundo ha sido que los adultos han recurrido al alcohol de manera mantenida en el tiempo.
Uno de los grupos al que han atendido, algunas veces obviado al achacar el alcohol a la masculinidad, es el de mujeres. Tienen una edad media de 40 años, van desde los 30 hasta más de 60 años. "Muchas veces beben en soledad, suelen estar desempleadas o en trabajos precarios", apunta.
En algunas ocasiones, víctimas de violencia de género acompañan a tratamiento a su pareja. "Lo hacen con la intención de que pueda cambiar", dice Arana. Inmediatamente después cuenta que algunos tienen incluso orden de alejamiento. En estos casos los separan durante el tratamiento.
Algunos de los varones son jóvenes solteros con relaciones esporádicas. Suelen acudir a tratamiento por temas relacionados con la violencia de género. Otros que han ejercido violencia sobre las mujeres son más adultos. Llegan a Proyecto Hombre porque "creen que el alcohol puede ser el origen de sus conductas violentas". Después está el grupo de los que llegan "porque un juez los ha mandado a tratamiento o si no les impone medidas judiciales".
Según la última encuesta Europea de Salud en España, publicada por el Instituto Nacional de Estadística, el 12,6% de las personas mayores de 15 años bebió diariamente en 2020. El 6% lo hizo de manera intensiva: 60 gramos de alcohol para hombres y 50 gramos para mujeres (seis cervezas o tres combinados) en un intervalo de cuatro a seis horas.
Los índices descienden respecto con el 15,1% y 9,1%, respectivamente, de la anterior encuesta de 2014. No obstante, hay que tener en cuenta los condicionantes del confinamiento y las restricciones a hostelería y ocio nocturno. La cifra de 2020 está sujeta a posibles variaciones. Todavía no hay números de 2021, esta encuesta se viene publicando cada seis años.
"Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son claras: 'cuanto menos alcohol mejor'", advierte el doctor Marcos. Sanidad desgrana los niveles que existen para clasificar el consumo. No hay ninguno seguro. El primero es el de bajo riesgo: 20 gramos de alcohol al día para hombres y 10 gramos para mujeres. El segundo es el de riesgo: más de 40 gramos al día para hombres y de 20 a 25 para mujeres.
Luego está el trastorno por consumo de alcohol. "Es lo que comúnmente se conoce como alcoholismo", especifica Marcos. Este nivel lo marca "la falta de control al beber y la dependencia de la sustancia". En estos rasgos se incluye la presencia de síntomas de abstinencia, según indica la Clínica Mayo. Náuseas, sudoración y temblores, como los que tenía José Antonio, son algunos. Por este motivo, las personas en esta situación suelen beber para no desarrollarlos. En lo social, hay faltas acumuladas al trabajo, aislamiento y abandono de pasatiempos como el deporte.
El alcohol no es inocuo. Según el último Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud de la OMS, tres millones de personas murieron en 2016 a causa del abuso de la sustancia. Equivale a uno de cada 20 fallecimientos en el mundo, según la institución.
De las defunciones atribuibles: el 28% fueron por violencia, accidentes de tráfico y autolesiones; el 21% por trastornos digestivos; el 19% por enfermedades cardiovasculares; el resto por cánceres, enfermedades infecciosas (afecta al sistema inmunitario) y otras patologías. "La banalización de alcohol es constante. No se considera grave, a veces se le resta importancia", finaliza Marcos. Pese a las consecuencias, sigue avanzando entre la sociedad de forma sigilosa.