Admitámoslo. Jamás vamos a conocer el número exacto de las víctimas mortales que está dejando la COVID-19. Ni exacto ni aproximado. Ni, por supuesto, en el mundo, ni siquiera en España y, parece que mucho menos, en las residencias de mayores de nuestro país, uno de los principales focos de la pandemia.
Pasar a limpio la contabilidad de los ancianos que han muerto por culpa del coronavirus se antoja imposible. En muchos casos, este virus con origen en Wuhan (China) es una más de las causas del deterioro propio de la edad. De hecho, en el certificado de defunción de gran parte de estos mayores figura el apunte: “Posible coronavirus”. Esto en el mejor de los casos, el de los internos de los geriátricos; porque en muchos de los que vivían en sus casas -sin acceso a las pruebas de diagnóstico PCR (siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa)-, ni eso.
Certificar que esa es la causa principal en el deceso de personas de edad avanzada y salud comprometida sería en muchos casos aventurado. Ese ‘posible’ es el que les deja fuera de los listados oficiales y genera una contabilidad paralela.
El propio director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, lo admitía esta mañana en rueda de prensa: "El análisis de estos datos es más complejo que el del resto de los casos". "Hay muchos más factores que únicamente el coronavirus" para determinar la causa de lsa muertes en este ámbito.
En NIUS hemos intentado pasar a limpio el conteo de ancianos muertos en residencias españolas y la conclusión es que es imposible. La horquilla es tan amplia que no permite sacar una conclusión fiable. Cualquier cifra concreta es pura especulación.
Véase, si no, cómo el ministro de Sanidad, Salvador Illa, elude, rueda de prensa tras rueda de prensa, responder a las insistentes demandas de los periodistas para que ponga un número X sobre la mesa. Se agarra al argumento de que solo se considera oficialmente víctima a la que da positivo en el test.
Según la última actualización de datos que realizan las comunidades autónomas, ayer habían muerto en estos centros, desde la llegada del virus a España, 5.617 mayores. Son aquellos a los que se practicó la prueba y que dieron positivo en el virus.
Y representan un tercio de las 17.489 personas fallecidas hasta ayer en España por la COVID-19. Si queremos poner en contexto el peso de los muertos en residencias sobre el total, solo se puede hacer comparando estas cifras.
Si ya nos vamos a otros recuentos -que llegan a duplicar holgadamente esos datos oficiales en geriátricos-, para ponerlos en perspectiva sobre el total de fallecimientos en España, también tendríamos que contar a aquellos que no son ancianos de residencias y que también han muerto con sospechas de coronavirus; así, esa lista de 17.489 personas crecería igualmente, pero no podemos saber hasta dónde.
Volvemos al punto inicial. No hay manera de saber, a día de hoy, cuántas son las personas afectadas por el coronavirus y cuántas de ellas han muerto a consecuencia de la enfermedad que desarrolla.
Según la lista oficial, y dentro de lo actualizadas que estén las cifras, no hay además de momento un criterio homogéneo entre las comunidades autónomas.
Así, Cataluña admite 1.825 ancianos muertos en sus residencias de mayores, del total de 3.538 fallecidos en la comunidad.
Madrid, por su parte, cuenta oficialmente a 781 mayores, a los que sumaría 3.479 (¡cuatro veces más!) de casos con sospecha de muerte por coronavirus, tanto en residencias de mayores como en otras en centros de personas con discapacidad. Pero entre los 6.423 madrileños fallecidos hasta ayer solo entran esos 781.
Castilla y León, otra de las comunidades más tocadas por la pandemia, cuenta 1.263 víctimas. Y en la lista que facilita al Ministerio de Sanidad, 738 de esos fallecidos son ancianos de residencias. Además, sospecha de otros 969 casos que, de sumarse a los oficiales, harían que las muertes en los geriátricos superaran en volumen a las totales de la comunidad. Imposible, ¿no?
En el caso del País Vasco, los datos los recogen las respectivas diputaciones forales. Los fallecidos en Euskadi son hasta ahora 831 en total, según refleja Sanidad. Pero si se quiere conocer cuáles de ellos murieron en residencias, la labor se complica. Son 198 si se cuentan Álava y Guipúzcoa, porque Vizcaya no facilita esos datos desagregados.
Estos son los casos más llamativos en el recuento de víctimas mortales comunidad a comunidad. Y solo teniendo en cuenta los sospechosos de positivo que se quedan fuera de la lista oficial más significativos, la cifra de fallecidos en residencias se eleva a, al menos, 10.300.
A partir de ahora, cabe esperar que la puesta en marcha del registro online del Ministerio de Justicia arroje algo de luz en este baile de cifras.
El Departamento que dirige Juan Carlos Campo ha habilitado un sistema para recabar información de los registros civiles sobre los fallecimientos registrados y las licencias de enterramiento concedidas durante la pandemia de coronavirus.
En el formulario -que los registros deben devolver cumplimentado antes de las 11 horas del día siguiente- se debe incluir el número de licencias de enterramiento expedidas y el número de fallecimientos, precisando si se han registrado en hospital, en residencias de personas mayores o en el domicilio.
En cualquier caso, y a falta de PCR o confirmación similar, los muertos seguirán siendo un número.