Un nuevo informe sobre el consumo de pornografía en la red que se ha publicado esta semana ha vuelto a hacer saltar las alarmas. A partir de los 14 años, es raro el adolescente que no lo ve habitualmente. Y lo peor: en algunas ocasiones el primer contacto con esta industria para adultos, se produce a los 8 años. Algo que lógicamente puede tener efectos muy negativos en el desarrollo del menor.
Hemos consultado con algunos expertos, con una formadora en educación afectivo sexual y con la responsable de un organismo público, la mancomunidad THAM, en Madrid, que agrupa varios ayuntamientos, que organiza cursos de educación sexual entre los más jóvenes.
A los ocho años, un niño refuerza sus amistades, entiende mejor su lugar en el mundo y comienza a pensar en el futuro, por eso el porno puede distorsionar su concepto del sexo. “Parece que en esto nos ha ganado la partida la industria”, apuntan.
En la pornografía más consumida, la mujer suele aparecer sometida, “suele aparecer representada como objeto al servicio sexual del joven”. Ese rol deformado y nocivo pueden restar importancia a situaciones muy graves y pueden pensar que “lo que ven además piensan que es lo más placentero”.
El 70 por ciento de los jóvenes ha visto porno en Internet. Más de la mitad antes de los 13 años y casi 7 de cada 10 ha visto una escena porno en los últimos 30 días. No es fácil, pero es posible detectar si los niños lo ven. Sobre todo cuando hablan con sus amigos o sus iguales, si hablan de una forma un poco soez, ofensiva, si hablan de ciertas prácticas.
Algunos ayuntamientos ponen en marcha programas específicos para contrarrestar esa visión que tienen del sexo los más jóvenes y que pueden ocasionar comportamientos machistas, sexistas, e incluso otras acciones no deseables y más violentas.