Una noche de fiesta y alcohol en el parque de Las Delicias ha llevado al banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza a un joven para el que la Fiscalía solicita ocho años de prisión como presunto autor de la violación. Los hechos habrían ocurrido el 8 de septiembre de 2019.
El investigado y la víctima se habían conocido aquel día, ya que la relación sentimental entre ambas era muy reciente. Sin embargo, cuando el consumo de cerveza tumbó literalmente a la chica, el encausado no puso ningún problema en llevarla a su casa para que se recuperara. El joven niega que se aprovechara después del estado de embriaguez de su 'cuñada' para agredirla sexualmente, pero lo cierto es que pasados 23 días esta acabó presentando una denuncia contra él.
"Esto me pasa por tonto, por llevar a una persona desconocida y en ese estado a mi casa", declaró el acusado durante el juicio. Según este, la novia de su hermana había bebido tanto que tuvieron que llevarla "casi a rastras" hasta su domicilio. "Recuerdo que la tumbamos en el sofá y la tapamos con una manta. Mi hermana se quedó con ella y yo me marché con un amigo", señaló el presunto agresor. El joven negó que a su regreso a casa, al encontrar sola a la chica, decidiera llevársela al garaje para violarla en los asientos traseros de su coche. Eso es lo que denunció la supuesta víctima.
"Cuando mi hermana vino a preguntarme qué le había hecho a su chica yo no entendía nada. Sobre todo, porque había sido ella la que había intentado besarme varias veces aquella noche durante la fiesta. También lo intentó con mi mujer, que tuvo que apartarla después de que le tocara el culo", declaró el acusado, añadiendo que "si había sido víctima de un hecho tan grave, ¿cómo se explica que se juntara conmigo a la semana siguiente en otro bar?".
La denunciante declaró por videoconferencia desde Londres, donde actualmente reside. "Me vine aquí porque después de aquello me encontraba muy mal. Y todavía no me atrevo a salir sola a la calle", explicó al tribunal. Como la chica no denunció la supuesta violación hasta casi un mes después, los forenses no pudieron detectarle lesiones o restos biológicos.
"Sí que le apreciamos una alteración emocional y síntomas compatibles con un cuadro de estrés postraumático", apuntaron. Sin embargo, la joven había sufrido otros episodios traumáticos a lo largo de su vida, hecho que impidió a los especialistas asegurar que su problema sea consecuencia exclusiva de la presunta agresión sexual.
Cuando le preguntaron por qué tardó tanto en acudir a comisaría, la mujer alegó dos motivos: "Primero, porque había bebido mucho y tenía lagunas sobre lo sucedido. Fui recordando poco a poco. Y segundo, porque yo de pequeña también sufrí abusos, y me negaba a reconocer que me había vuelto a pasar", explicó.
Los magistrados cuentan con versiones dispares de los hechos, pero también con las grabaciones que registró la cámara de seguridad instalada en el portal del edificio donde vive el acusado. En ellas se ve claramente a un hombre y a una mujer saliendo del inmueble de madrugada y regresando un rato después, lo que encajaría con el traslado al aparcamiento.
"No sé quién es el que sale en la grabación, pero no soy yo. Ni la camiseta ni las zapatillas son mías", señaló el acusado. La presunta víctima, sin embargo, se identificó sin ninguna duda como la chica que aparece en las imágenes.