En ocasiones las películas de terror se quedan cortas en comparación a casos reales. Hace casi 20 años, en Gales, Samantha George vio cómo su expareja, Christopher Rees, asesinó a su hijo Bradley George, de ocho semanas, agarrándolo por las piernas y utilizándolo como un bate para agredirla tanto a ella como a su otro hijo y su prima, según recoge Wales Online.
Samantha, ahora de 42 años, tiene miedo de que Rees reciba un permiso de libertad provisional por “buen comportamiento” y salga a la calle, según un comunicado que ha recibido. “Lo que pasó está constantemente en mi cabeza. Es una tortura indescriptible. Me voy a la cama, cierro los ojos y es como si hubiera un DVD en mi cabeza con aquella noche. Se repite todas las noches de principio a fin, después de 20 años no termina”, relata la mujer.
Rees, entonces de 24 años, fue condenado a cadena perpetua por asesinato en el año 2.000. Ahora tiene 43 años y recientemente habría recibido un permiso temporal de corta duración para salir de prisión, además de haber sido trasladado a una cárcel de Inglaterra.
Una noche, en noviembre de 1999, Samantha, que entonces tenía 22 años, estaba en su casa en la localidad de Merthyr Tydfil cuidando de Bradley, su hijo mayor de 5 años y su prima de 10 años, cuando su compañero sentimental irrumpió en su casa. Rees atacó con una furia salvaje, relacionada con el alcohol y los celos.
Fue entonces cuando Rees agarró al pequeño por las piernas e inició el ataque. El hombre condenado también golpeó al hijo mayor de Samantha con una plancha en la cabeza, dejándolo inconsciente. Momentos antes de la llegada de la policía, el agresor también golpeó brutalmente contra las paredes al bebé de ocho semanas hasta ocasionar su muerte. Todos quedaron gravemente heridos y sobrevivieron, excepto Bradley.
Semanas antes del brutal ataque, Samantha había acudido a un refugio de mujeres porque tenía mucho miedo al trato que recibía por parte de su pareja. Una vez nació su hijo Bradley, se separó y se instaló sola en su propia casa con sus hijos, pero su expareja no cesó en insistir con llamadas telefónicas y visitas repentinas. Cinco días antes del ataque, instaló una alarma policial en su casa, que finalmente acabaría salvando su vida en aquella trágica noche.
Christopher Rees irrumpió en casa de Samantha tras romper el cristal de una ventana. Ella corrió y se atrincheró con su hijo en el dormitorio. Trató de mantener la puerta cerrada pero cedió ante la fuerza del hombre. Entonces se produjo el ataque. Cuando los agentes llegaron al lugar, Rees todavía estaba atacando a la mujer. Los oficiales tuvieron que utilizar gas CS para incapacitarlo antes de que fuera arrestado. Triplicaba la tasa de alcoholemia.
“Recibí una carta donde pude leer ‘Rees ha progresado mucho’. Me sorprendió mucho. ¿Cómo puedes cambiar habiendo hecho algo así?”, comenta la mujer. La relación entre ambos solamente duro cuatro semanas. El hombre se volvió violento con ella y más tarde descubrió que estaba embarazada. "Sólo tiene 40 años. Podría conocer a alguien y podrían terminar teniendo un bebé o lo que sea y esa pobre persona no sabría nada de él", añade.
"Está absolutamente loco, me golpeaba la cabeza, me gritaba". “Es una persona muy celosa. Una vez me lanzó un martillo porque estaba hablando con el padre de mi otro hijo para que lo viera. Estaba celoso de cualquier cosa”, explica.
Esta semana, Samantha recibió una carta del Ministerio de Justicia en la que le informaba que Rees había obtenido el permiso de licencia temporal entre el 15 de julio y el 17 de julio. Las condiciones de su licencia establecen que no debe ponerse en contacto con la familia ni ingresar en la "zona que está excluido”.