Anthony Robert Harvey, de 25 años, ha sido condenado a cadena perpetua tras asesinar a su esposa, a sus tres hijas y a su suegra el pasado mes de septiembre y pasar después seis días con los cadáveres en su casa en Perth, Australia, antes de entregarse a la policía.
El individuo mató a sus gemelos de dos años, Alice y Beatrix, y a Charlotte, de tres años, apuñalándoles repetidamente mientras dormían, y posteriormente hizo lo propio con su mujer, Mara, de 41 años. La madre de Mara, Beberly Ann Quinn, de 73 años, fue asesinada cuando se presentó en la casa a la mañana siguiente de aquel fatídico 3 de septiembre. Ambas mujeres fueron golpeadas en la cabeza y apuñaladas con un cuchillo grande que había comprado recientemente.
Se quedó en la casa durante varios días en los que dejó los cadáveres tal y como estaban, y después condujo 1.400 kilómetros al norte hasta Pannawonica, donde tiene familia, y se entregó a la policía el 9 de septiembre. Ahora ha sido condenado a cadena perpetua con orden de no ser liberado nunca, después de haberse declarado culpable de los asesinatos. Es la primera persona en Australia Occidental que recibe una sentencia tan estricta. El juez Stephen Hall ha admitido que no hay otro caso "verdaderamente comparable". A su juicio, la sentencia está más que justificada, ya que las mujeres no sospechaban nada y los niños dormían mientras fueron atacados.
El monstruoso asesino presentaba ante el mundo exterior una imagen impoluta, de marido trabajador y padre cariñoso. Pero de puertas hacia dentro era un "perezoso, borracho y drogadicto que quería pasar todo su tiempo divirtiéndose en lugar de comportarse como un padre", según uno de los amigos más cercanos de Mara. Era capaz de gastarse 300 dólares a la semana en drogas y ansiaba deshacerse de la familia porque sentía que le estaban "obstaculizando su estilo".
En los últimos tiempos se había vuelto controlador y maltratador emocional, controlando el teléfono móvil de su mujer e insistiendo en acompañarla cada vez que salía. "Ella definitivamente le tenía miedo. Era un borracho furioso y muy impredecible", afirman las amistades de Mara. Harvey nunca explicó en el juicio por qué mató a su familia. Sólo pronunció unas pocas palabras ante el tribunal antes de declararse culpable.