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La imagen del Delta del Ebro cubierto en su totalidad por las aguas del Mediterráneo y el aporte fluvial ha puesto de manifiesto la extrema vulnerabilidad de la línea de costa amenazada por el cambio climático cuyos efectos se han visto multiplicados por la gran virulencia del temporal Gloria. La foto del antes y el después de este espacio de singular valor medioambiental, social y económico publicada por el geógrafo, Josep Sitjar, de la Universidad de Girona es una llamada de atención global para actuar contra la complicidad humana en la crisis medioambiental.
A pesar de que 'Gloria' ha ocultado bajo su espesa capa de nubes los daños que ha provocado, el satélite Sentinel 1 de la ESA ha sido capaz de detectarlos. Para Carla García, del servicio de sistemas de información geográfica y teledetección de la Universidad de Girona, este temporal ha sido "uno de los fenómenos que más ha afectado al Delta del Ebro".
Para esta doctora, los efectos de 'Gloria' sobre este espacio natural de gran valor vienen a sumarse a los que desde hace década causa la acción del hombre sobre el paisaje. La erosión del Delta del Ebro, asegura, "es un gravísimo problema porque le aboca a la desaparición a la larga. Y ello por que los aportes de sedimentos que tradicionalmente eran proporcionados por el río Ebro, ahora se han visto disminuidos por las presas de Mequinenza y Ribarroja en una acción que se viene arrastrando desde hace más de 50 años y que parece que está lejos de detenerse".
Ejemplo de esta afectación al litoral consecuencia de la acción del hombre es la desaparición del faro junto al retroceso de la punta del Fangar y los problemas cada vez mayores del restaurante en la playa de Riumar.
"Se trata de un espacio que pertenece a todos, no solo a los habitantes del Delta, afirma Carla García, a pesar de que los principales afectados por esta erosión que no puede ser reparada a través del aporte de sedimentos sean las personas, la fauna y flora que vive allí".
Cada vez que hay temporal vemos como retrocede el litoral y no solo en la costa catalana sino también en el resto del país. Una de las causas es la retención de sedimentos por parte de los embalses que jalonan las cuencas fluviales. Este fenómeno lo vemos especialmente en aquellas zonas que denominamos 'artificializadas' donde no hay dunas que puedan minimizar estos efectos ya que estas son un depósito natural de sedimentos que pueden realimentar a los arenales.
Esta biogeógrafa, especializada ecología del paisaje y geomorfología recoge en su tesis doctoral sobre la evolución histórica de los sistemas dunares de la costa catalana la evidencia científica de que, "a lo largo de las últimas décadas, las dunas han desaparecido del 60 % de las playas estudiadas, mientras que el 30 % de las dunas se han reducido en extensión, y solo el 10 % ha sufrido menos cambios".
Este daño irreparable no es exclusivo de la costa catalana. En Alicante, las olas ya rompen sobre las viviendas de la playa Babilonia, en Guardamar del Segura (Alicante). Lo mismo ocurre en los arenales de Capnegret y Trobador, en Altea, o la Cala del Moraig de El Poble Nou de Benitatxell.
No se trata, como asegura de "nueva imágenes" sino que, "desde hace años, la costa valenciana y alicantina vienen sufriendo este problema que no es culpa del mar sino de una población que invade la costa de forma que una gran parte de las viviendas que están ubicadas en primera línea de mar ocupan una zona que debería estar excluida de este tipo de asentamientos".
Carla García tiene claro que "se está acelerando el avance del mar sobre la costa, una de las temidas consecuencias del cambio climático. En su tesis doctoral elaborada en el seno del Grupo de Investigación del Laboratorio de Análisis del Paisaje del departamento de Geografía de la Universidad de Girona, esta especialista reclama que se lleve a cabo "una gestión integral del litoral desde toda la cuenca fluvial y por parte de todos los actores que están involucrados en su conservación y supervivencia".
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