Entrevista íntregra a Ana Orantes días antes de su asesinato
INFORMATIVOS TELECINCO
25/11/200800:00 h.Pregunta: Ana, se casó con sólo 19 años. Cuéntenos cómo conoció al que sería su marido.
Respuesta: Le conocí en un Corpus. Yo fui a un baile con una vecina y fue bailando como nos hicimos novios. Yo quería darle coraje a un novio que había tenido, por eso nos hicimos novios.
P: Y sólo tres meses después de conocerse, usted decide casarse con él. Imagino que sus padres lo pasarían muy mal.
R: Mi padre lloraba como un niño, porque yo me fui de casa sólo tres meses después de conocerle. Le dijo a mi marido: "Te llevas el sol de mi casa". Yo me fui a casa de mis suegros, nos echaron las bendiciones y nos casamos.
P: Cuéntenos qué ocurrió el día en que él le pegó por primera vez, a los tres meses de casados.
R: Mis suegros tenían por costumbre pagar a una mujer para lavarles la ropa y que la tendieran, porque ellos no tenían patio en la casa. Yo no podía hacer lo mismo, porque el jornal de mi marido no daba para tanto. Mi madre me dijo que le llevara las sábanas a su casa, para que las tendiera. Ese día yo iba a casa de mi padre para ese tema de las sábanas. Se lo dije a mi suegro, también a mi marido, y me fui. La casa de mi madre estaba lejos, a media hora andando. Al regresar me encontré a mi suegro solo. Mi marido estaba en el taller. Me acerqué para decirle que ya estaba allí, y sólo por decir eso me pegó.
P: Su suegro se enteró. ¿Qué ocurrió?
R: Mi suegro se enteró porque yo di un grito muy grande, porque no me lo esperaba. Él me preguntó qué había pasado. Se lo conté. Se fue en busca de mi marido y le pegó.
P: ¿Su suegra fue tan comprensiva?
R: Todo lo contrario. Mi suegra llegó de una matanza a la que había ido. Cuando se enteró de lo que había pasado, le dijo a mi suegro que lo que hiciera mi marido era cosa nuestra, y que él no se tenía que meter, me diera un beso o me pegara.
P: Ana, ¿qué hacía él después de trabajar?
R: Se pasaba toda la tarde bebiendo y jugando a las cartas, que siempre le ha gustado mucho. Cuando llegaba a casa siempre encontraba un motivo de discusión. Si estaba la comida fría, porque estaba fría; si estaba caliente, porque estaba caliente. La cuestión era pegarme. A veces me sentaba en una silla y me daba con un palo, hasta que yo tenía que darle la razón, porque no podía más.
P: ¿No le denunciaba por los malos tratos?
R: Al principio yo no le denunciaba, porque en aquella época no se hacía. Luego, al final, sí, pero la verdad es que no me servía de mucho. Lo que me dicen es que ésas son peleas normales en la familia. Y él lo único que hace es amenazarme con que un día me tiene que matar.
P: Ana, ¿cómo andaban de dinero?
R: Así, así. Él me daba el dinero, pero yo siempre tenía que tenerle por delante su botella o sus dos botellas a la hora de comer. Y por la mañana temprano, el coñá, porque si no también me pegaba. Si había un huevo, era para él. Él siempre era el primero, el segundo y el tercero. Lo que sobrara era para los niños.
Al parecer, sus hijos estaban presente durante las agresiones, e incluso ellos también han recibido malos tratos.
R: Sí, mi ex marido les ha echado de casa. A uno, con 16 años, le hacía la vida imposible: les pegaba por llegar media hora tarde, y les fastidiaba hasta que se iban de casa. La verdad es que son unos niños modelo, buenísimos, a pesar de lo que los pobres han visto en mi casa.
P: Una de sus hijas se casó con sólo 14 años. ¿Por qué?
R: Porque él quiso abusar de ella. Yo no quería que mi hija se casara tan pronto, le decía que aguantara, pero ella insistió, y finalmente se casó.
P: ¿Qué fue lo que le animó a pedir el divorcio, hace poco más de un año?
R: Pues en una de las discusiones me cogió por el cuello para ahogarme, y yo ya dije que estaba harta y que no iba a echar más hijos de casa. Así que pedí el divorcio, y me lo concedieron. Como tenemos una casa de dos plantas, para mí se quedó la de arriba, y para él la de abajo. No hacía más que amenazarme. Luego conoció a otra mujer y se fue.
P: Pero él, de cuando en cuando, vuelve a la casa.
R: Sí, yo me pongo a temblar cuando ladra el perro que tenemos, porque sabemos que viene él. Yo cierro las puertas, y todavía me tiemblan las piernas cuando va por allí.
P: Ha estado casada 40 años. ¿Qué ha sido usted para él?
R: Absolutamente nada. Nunca he sido nada para él, ni me ha querido. Sólo me hadado palizas y sinsabores.
P: Después de todo lo que ha pasado, usted comenta que no tiene ilusión por nada.
R: Ahora llegan las navidades y no tengo ilusión por la vida. Estoy como enterrada en vida, y sólo quiero llorar. Yo le pregunto al Señor por qué he tenido que dar con este hombre.