Las fuerzas de seguridad del Estado las denominan `zonas calientes´. Caminos y carriles muchas veces impracticables, que unen las zonas de desembarco de la droga con las `guarderías´ donde se almacenará hasta su transporte al comprador final. Los narcos las conocen como su palma de la mano, la Policía Nacional y la Guardia Civil también. Los controles y patrullas por ellas son comunes y, a veces, dan resultado.
Madrugada del pasado 28 de junio, una patrulla de la Policía Nacional detecta en Sanlúcar de Barrameda, junto al Guadalquivir, un vehículo todoterreno que levanta las sospechas de los agentes. Es un modelo de los que habitualmente emplean los narcos para el transporte de fardos de hachís entre la costa y las `guarderías´. El vehículo detecta la presencia policial y huye. No llega muy lejos. El conductor, sin salida, abandona el todoterreno, que ha quedado atrapado entre unos árboles.
Cuando los agentes llegan al coche, a luces delanteras están aún encendidas, el motor arrancado, en el suelo dos fardos de hachís que han salido despedidos del interior del vehículo. El interior está repleto de ellos. Sobre un asiento cartuchos para una escopeta de postas.
En total 900 kilogramos de hachís. El conductor logra escapar. La policía está centrada descubrir su identidad y recabar pruebas que determinen su presunta responsabilidad en los hechos investigados.