Durante el juicio, el francés Dominique Pelicot le juró a su hija que "nunca había abusado sexualmente de ella". Sin embargo, Caroline Darian, que usa un apellido formado por la contracción de los nombres de sus hermanos en vez del de su padre, está totalmente convencida de que así lo hizo. En su libro, Y dejé de llamarte papá, que hoy ha presentado en rueda de prensa, expone sus sentimientos como víctima de la "depravación" de un hombre al que, después de ser acusado, dejó de considerar como progenitor.
Entre los múltiples vídeos de agresiones sexuales a su mujer que los investigadores encontraron en una carpeta llamada 'Abusos', también había dos fotografías en las que se podía ver a una chica de pelo castaño a la que se le veían las nalgas. En su piel, había un lunar que rápidamente Carolina identificó como suyo, de lo que deduce que las agresiones sexuales perpetradas por su padre "no acabaron en Gisèle", aunque, debido al efecto de las drogas, ella no pueda recordarlo.
Durante su comparecencia, esta madre de familia ha hablado de cómo le afectado "ser la hija de uno de los mayores depredadores sexuales de la historia", de cómo se encuentran, después del mediático juicio, su madre y su hijo de 10 años y, sobre todo, de como su causa contra las agresiones cometidas con sumisión química le ha dado fuerzas para seguir hacia adelante. Carolina ha dejado, al menos, nueve sentencias con las que aporta su firma punto de vista sobre el caso y alumbra el relato de las víctimas:
"Se ha llevado la condena que tenía que llevarse: 20 años, que es la pena máxima, con la posibilidad de realizar dos terceras partes de la misma. Ahora mismo tiene 70 años y tendremos que ver qué pasa con el resto de su vida, pero lo lógico para mí era que no le cayesen menos que eso teniendo en cuenta que la condena de los demás implicados es mucho menor de lo que pedía la fiscalía".
"La verdad es que no tengo ninguna duda de las veleidades de Dominique. No se detuvo con mi madre. Rápidamente, me di cuenta de que ella no había sido la única víctima pero, lo cierto, es que no tengo pruebas contra él. A día de hoy sólo puedo aportar dos fotografías, por lo que sería su palabra contra la mía. Si hubieran hecho una prueba toxicológica hace cuatro años, a lo mejor sí podría demostrar que fui víctima de sumisión química. Debería haber menos presión sobre las pruebas en este tipo de juicios".
"Siento vergüenza. Vergüenza de llevar el apellido de uno de los mayores depredadores sexuales de la historia. He llegado a preguntarme si la tendencia criminal de Dominique sería algo genético. Pero me he dado cuenta de que no son las víctimas de las agresiones sexuales las que deben cargar con la vergüenza a sus espaldas"
"Mi hijo lleva tres años en terapia y, afortunadamente, va al colegio y lleva una vida de un chico de su edad. La vida que le corresponde. Sabe que su abuelo ha hecho cosas muy graves. Siempre le hemos dicho la verdad porque nos parece que forma parte de su proceso de sanación".
"Investigar todo lo que supone la sumisión química y escribir el libro me ha ayudado mucho. En este compromiso militante encuentro cierto consuelo, al ayudar a otras victimas a hacer la lucha más visible. Me he dado cuenta de que esto se está convirtiendo en una cuestión de salud pública, no es algo que solo ocurra en las discotecas o en las salidas nocturnas".
"Lo que siento sobre Dominique es que desperdició su vida. Dio rienda suelta a la perversión absoluta cuando tenía una familia amada. Él eligió así su camino, pero no es mi camino. Que tengamos a un padre criminal no nos hace criminales. Es una opción deliberada de cada persona y para mí ha sido muy importante despojarme de esa dimensión personal de Dominique".
"El juicio de Dominique ha sido una muestra de la violencia con la que se trata a las víctimas en un proceso de estas características. Tener que demostrar constantemente que son las víctimas de las agresiones sexuales es un error y nuestro sistema tiene que avanzar en este sentido. Hemos visto como los acusados se parapetaban entre ellos o cómo incluso los abogados utilizaban un tono violento y eso no puede pasar".
"Giséle va bien. Continúa con su vida. Ha encontrado una especie de serenidad post-juicio y se enfrenta a la continuación porque hay un recurso. En mi caso, el duelo no ha terminado, pero tengo que aceptar lo ocurrido, no hay otro plan B".
"No sé si es justo atribuir un Premio Nobel a alguien por abrir un juicio al público. Esos premios se otorgan por otros motivos, como el estudio, el compromiso y la investigación. No sé si esto merece un galardón porque, ¿qué pasa con las demás víctimas que también luchan?..."
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