Caroline Darian es la hija de Gisèle y Dominique Pelicot, el hombre que, a finales del año pasado, fue condenado a veinte años de cárcel por drogar sistemáticamente a su mujer e invitar a decenas de hombres a que la violaran, mientras ella estaba inconsciente. Darian no es su apellido real (del que se "avergüenza"), sino la contracción de los nombres de pila de sus dos hermanos, David y Florian, que, tanto para ella como para su madre han sido un pilar fundamental en el desarrollo del juicio público que tuvo lugar en 2024.
Con admirable valentía, Gisèle aceptó que el caso se retransmitiera por televisión, con el objetivo de desenmascarar a su marido y al resto de sus agresores sexuales, además de visibilizar los peligros de la sumisión química. Es en este aspecto donde Caroline entró de lleno en el juicio pues, entre las múltiples grabaciones que la policía encontró sobre las agresiones sexuales cometidas, había dos fotografías en la que ella se reconoció como víctima. Por mucho que su padre le jurara durante el proceso que "nunca la tocó", ella está convencida de que sí lo hizo (por medio del uso de las drogas) y de esa idea parte la redacción de su libro Y dejé de llamarte papá.
El texto autobiográfico parte de los hechos acontecidos el día 2 de noviembre de 2020, momento en el que toda la familia se entera de que la policía - a raíz de una denuncia por acoso a unas niñas en un supermercado- había encontrado en el ordenador de Dominique varios vídeos en los que su madre, Gisèle, aparecía siendo violada por numerosos hombres. Entre ellos, estaba su padre. Y, en la carpeta, titulada bajo la palabra 'Abusos', también había dos fotografías de una chica joven de pelo castaño semidesnuda, que tenía un lunar inconfundible: el suyo.
Fue entonces cuando Caroline se dio cuenta de que ella también formaba parte de la "perversión" de un hombre al que, tal y como hemos podido comprobar en la presentación del libro, siempre se refiere como "Dominique" y nunca como progenitor. Porque el día en el que se destapó la verdadera personalidad de un padre al que ella "amaba" profundamente, dejó de dirigirse a él como tal. Tras la condena de 20 años y, sabiendo que su agresor ya tiene 70, la familia se mantiene a la "espera" de saber cuánto tiempo pasará realmente Dominique en prisión.
Mientras tanto, cada familiar ha iniciado un proceso emocional post-juicio del que, con total sinceridad, nos ha hablado: "Gisèle va bien, continúa con su vida. Ha encontrado una especie de serenidad desde que terminó el proceso judicial, aunque se enfrenta a su continuación porque hay un recurso. En mi caso, aunque de forma global estoy bien, todo ha sido agotador y siento que mi duelo no ha terminado. He tenido que lidiar con muchas emociones, como la vergüenza de llevar el apellido Pelicot, aunque no lo use. La vergüenza de ser hija de uno de los mayores de depredadores sexuales de la historia. Pero me he dado cuenta de que no son las víctimas de delitos sexuales los que deben llevar la carga de la vergüenza a sus espaldas", ha dicho en rueda de prensa.
Ése mismo pensamiento - empoderante - fue el que llevó a su madre a permitir que el juicio fuera público, para que los acusados no tuvieran "el regalo" de declarar a puerta cerrada y decir "lo que les diera la gana". Y, aunque su propósito fue un éxito - y masivamente apoyado por la opinión pública - Darian se encuentra en medio de un proceso interno en el que ha llegado a preguntarse "si el crimen cometido por Dominique podría ser algo genético", temiendo que hubiera heredado la maldad de un familiar tan directo.
El allegado por el que más se ha interesado la prensa es, sin duda, su hijo de diez años y nieto de Pelicot. En entrevistas posteriores, y a pesar de la "magnífica relación" que mantenían niño y abuelo, Caroline aseguró que le había contado "toda la verdad" del caso, para que pudiera iniciar su propio proceso: "Mi hijo lleva tres años en terapia y, afortunadamente, va al colegio y lleva una vida de un chico de su edad. La vida que le corresponde. Sabe que su abuelo ha hecho cosas muy graves. Siempre le hemos dicho la verdad porque nos parece que forma parte de su proceso de sanación", ha concluido.
En cuanto a si ella iniciará también un proceso de acusación contra su padre por lo que el propio tribunal calificó como "las noches en blanco de Caroline", dice que no tiene "pruebas suficientes" para demostrar que fue víctima de agresión y sumisión química. Por ello, se ha comprometido en la visibilización global de este tipo de agresiones, advirtiendo de que el uso de la burundanga y demás drogas que anulan la voluntad de la víctima, "no está presente sólo en los bares y discotecas", sino que uno lo puede sufrir en su propia casa.
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