Después del tardeo llega la cena, muchas veces en familia, donde no siempre resulta fácil entablar conversación. De hecho hay temas que conviene esquivar, porque ya incluso hablar del tiempo puede resultar conflictivo.
Digamos que no hace falta llegar a la mesa, ya rozamos temas sensibles todo el año. No hace falta incidir en el error en una noche que debe ser... buena. Una de las primeras broncas puede llegar ya a la hora de elaborar la cena. Los a mesa puesta no suelen ser muy bienvenidos. Las rencillas comienzan con los "reyes del escaqueo". Luego llegan los niños. Que si cómo están educados, no se están quietos. Tema delicado este también. Para evitar el primero, echar una mano, para el segundo, paciencia: no enmendar la plana a los padres en un día de fiesta.
Y luego lo obvio. El fútbol, la religión y la política suelen arruinarlo todo. Al igual que las preguntas inoportunas: el físico, los kilitos de más, el trabajo o ese ¿aún no tienes novia/novio? que provoca malas caras. Echar la vista atrás, tampoco ayuda. Eso de pensar cualquier tiempo pasado fue mejor. La receta para no pelearse.
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