José Manuel entró en la cárcel de Ondara, en Alicante, en el año 2021 después de cometer un delito contra la salud pública. Vendía estupefacientes en el videoclub en el que trabajaba, por lo que recibió una condena de 4 años y 6 meses de prisión.
Durante su estancia ha estado haciendo diversas labores. Sin embargo, ha sido despedido de su puesto al frente de la lavandería de la cárcel por demostrar "falta de interés", según reza el dictamen emitido por la Justicia.
En 'TardeAR' le hemos preguntado si realmente ve algún motivo que explique su expulsión del puesto de trabajo, razón por la que ha decidido demandar a la prisión en la que está afrontando el castigo. "Estuve un año y pico en la lavandería y sí es verdad que salíamos a fuera, porque mientras las máquinas funcionaban salíamos a tomar café o fumar, no salía porque sí. Eso es falso", destaca.
Tras ponerse la vacuna del Covid-19, sufrió un ictus y quedó paralizada la parte derecha de su cuerpo. Entró en la lavandería para trabajar de lunes a domingo, y asegura que para él era una vía de escape durante su estancia en prisión. "Echo de menos el estar trabajando, porque te quita la pena de lo que es estar en la cárcel", lamenta.
"En ningún momento hice nada incorrecto. A veces hemos sido tres personas en lavandería con lo cual, ¿Quién no trabajaba?", se pregunta.
Apunta que detrás de su despido hay una "mano negra". " Yo cuando entré en lavandería había un jefe de servicios que me conocía de la calle y fue el que me entró allí para tener una pequeña rehabilitación. Qué casualidad que se jubila y a los tres días me despiden", explica.