Jennifer, víctima de violencia machista, ha regresado a 'Vamos a ver' para actualizar su caso y enviar un poderoso mensaje a las mujeres que sufren malos tratos. La última vez que intervino en el programa fue desde la cama de un hospital, tras sobrevivir a una brutal agresión de su pareja, quien intentó matarla con un machete en presencia de su hija de tres años.
"No podía salir de ese infierno, es que cuando estamos adentro no lo vemos, aunque te digan mil cosas", ha comenzado Jennifer desde el plató, visiblemente emocionada.
El ataque ocurrió después de que su pareja, tras una discusión, la agrediera salvajemente. "El primer golpe me lo dio en la ceja, pensé que eran puñetazos, no con un machete. Cuando me dio en la espalda creí que era un puñetazo al pulmón, hasta que vi mi mano en el suelo", ha relatado. Los trabajadores de un bar cercano actuaron rápido y pudieron socorrerla y llevarla al hospital para salvarle la vida.
Tras el ataque, el agresor huyó y compartió en redes sociales un video acusándola de infidelidad. La policía lo detuvo días después en casa de un familiar, y actualmente se encuentra en prisión provisional. Jennifer ha reconocido que durante años normalizó el maltrato: "En otras ocasiones me había agredido, pero lo normalicé. Incluso mis hijas aprendieron a convivir con ello". "Mis amistades me veían llorando todos los días y yo siempre decía que iba a ser la última vez. Le veía, me pedía perdón y le perdonaba, por mí y por mis hijas", ha añadido.
El control al que estaba sometida era extremo: "Le tenía que mandar fotos, ubicación... No salía de casa sin él, pasaba las 24 horas con él. Él se pensaba que todo era un montaje, que le mentía sí o sí", ha explicado. "Cuando casi me mata fue cuando abrí los ojos. Estas personas no cambian, cuando salga de la cárcel sé que va a venir, lo dijo, no venir sería como perder para él", ha afirmado con seguridad.
Pese a las secuelas físicas y emocionales, Jennifer asegura que ha encontrado una nueva perspectiva de vida. "Ahora mi vida tiene otro color, de negro a azul cielo. Soy otra, la que era años antes de conocerle", ha expresado con una sonrisa.
Aunque su hija pequeña ha mostrado señales de trauma, como el silencio repentino, la mujer confía en que ambas podrán superar lo vivido. "Mi hija abrió la puerta y me vio. Yo intentaba cubrirme la mano con la camiseta, pero al quitarla me di cuenta de que no tenía. Fue algo de película de terror", ha rememorado. "Ahora no habla, pero los días posteriores a la agresión se acordaba de cosas que yo ni siquiera recordaba", ha añadido. "Me quedé por costumbre, por querer tener la familia que nunca tuve. A mí me daba pena cuando teníamos discusiones, yo me sentía culpable", ha reflexionado.
Jennifer ha querido dirigirse directamente a las mujeres que viven bajo el yugo de la violencia machista: "Espero que escuchándome den el paso. No nos vamos a morir por el narcisista, yo pensaba que sin él la vida se acababa, pero no es así". Concluyendo su intervención, Jennifer ha afirmado sentirse libre y feliz: "Lo que tengo ahora es un triunfo. Pensamos que nuestra vida es él, pero no. Hay vida después de ellos". El caso de Jennifer pone de manifiesto la importancia de denunciar y buscar ayuda, y su valentía inspira a muchas otras mujeres a liberarse de la violencia y reconstruir sus vidas.
Desde la cama del hospital, en la que se recuperaba poco a poco, Jennifer nos contó cómo se encontraba y cómo sucedieron los hechos: "Estoy viva de milagro porque puse la mano... si no, la historia hubiese sido otra. Iba a matarme", comenzó. Además, confirmó que no era la primera vez que su pareja la agredía: "No era la primera vez que lo hacía y muchas veces verbalmente y diciéndome que tenía amantes. Yo siempre estoy con mis hijas y él lo sabe. Ahora no estábamos juntos".
Cuando Joaquín Prat le preguntó el motivo por el que nunca le había denunciado, la víctima fue clara: "Nunca lo había hecho por mis hijas y por miedo a represalias, tampoco pensé que pudiéramos llegar a esto. Todavía me cuesta creerme que esto ha sucedido", dijo muy emocionada y consternada. "Está mal de la cabeza. Venía con un objetivo y no lo logró gracias a mis vecinos y a los empleados del bar. Quiero mandarles mil gracias", se lamentó sin poder contener las lágrimas.