Laura, en un gesto de generosidad, decidió alquilarle la planta baja de su casa de Ibiza a una amiga. Al principio todo transcurría con total normalidad una vez la amiga habita la vivienda pero surgieron los problemas cuando esta -se hace llamar Mariana- le pide a la propietaria ayudarle para empadronarse en la isla. Laura le dice que no va a ser posible y, desde ese día, su vida se ha convertido en un infierno. "He estado conviviendo casi con el diablo", ha asegurado en directo en 'TardeAR'.
Desde el mes de octubre, la supuesta amiga deja de pagarle a Laura. No solo se convierte en una inquiokupa, sino que también empieza a intimidar a la propietaria con insultos, amenazas y destrozos en el jardín de la casa. "Ha dejado kilos y kilos de basura, no sé como no le da vergüenza", añade. Ha podido finalmente expulsarla de su casa gracias a la ayuda de tres colegas, aunque siente todavía "miedo" si baja las escaleras porque teme que se pueda encontrar con ella.
Laura ha interpuesto ya varias denuncias ante la Guardia Civil. Pide que la protejan porque vive actualmente con "ansiedad y atemorizada", pero lo único que recibe por parte de los agentes es un 'hay que esperar a la decisión de un juez'.
El día a día de esta víctima durante los dos últimos meses ha estado marcado por los insultos, las amenazas y la coacción de la inquiokupa en la que confió en un principio para arrendarle una parte de su hogar. "Parecía una chica normal", dice.
Las únicas pruebas con las que cuenta Laura son unos vídeos donde se ve a la agresora amenazándola. Sin embargo, no cuenta con documentos oficiales donde se demuestre que vulnera el pago del alquiler ya que el favor se lo dio la propietaria a través de "un contrato verbal".
"Vivo con mis niñas, el contrato verbal que teníamos era que esta es mi casa y respetábamos a mi a mi familia, mi espacio y a las vecinas", explica en 'TardeAR'.
Este programa también ha contactado con la inquiokupa. Mariana asegura que tiene "denuncias" contra Laura y que no contempla que su situación sea propia de un caso de okupación.
"¿Qué okupación? Yo tengo un contrato verbal, tengo pagos, tengo denuncias hechas contra esta mujer...", expone.