Numerosos personajes públicos han mostrado su apoyo a la manifestación convocada por Marea Residencias para este sábado 23 en la madrileña Plaza de Cibeles. Dos son sus principales reivindicaciones, lograr un modelo de residencias estatal que respete la dignidad de los mayores y que se haga justicia con las personas fallecidas en residencias durante el covid-19 en 2020.
Carmen López, una de las integrantes de la organización, explica a Informativos Telecinco que no se realizará ninguna lectura de manifiesto, a cambio “cada uno de los asistentes llevará un clavel para dejarlo en Sol como homenaje a todos los fallecidos en las residencias”. Un acto simbólico cargado de emoción.
“Reclamamos una ley estatal que equipare los mínimos de dignidad y derechos para las residencias de toda España”. Son conscientes que las competencias las tienen las comunidades autónomas, pero luchan por “una regulación mínima a nivel nacional y que fuera de cumplimiento obligatorio, con un mecanismo para monitorear ese cumplimiento”.
En España hay 6.831 centros residenciales, mayoritariamente de titularidad privada y más de la mitad de las estancias son en habitaciones compartidas.
Carmen López asegura que la situación actual de las residencias en España es de abandono por la administración: “Las circunstancias han empeorado. Cada vez hay menos trabajadores que quieran dedicarse a ese trabajo” por la precariedad del empleo.
Además, critica que especialmente en las “residencias privadas no se exige ningún tipo de título, en la pública exigían un título y según comentan los trabajadores, están empezando a contratar a gente de menor rango y esto va de mal en peor”.
El escaso personal y la falta de formación, entre ellas la de riesgos laborales, ha provocado que en los últimos años se sucedan los incendios en las residencias de mayores con trágicas consecuencias, como la ocurrida hace una semana en Villafranca de Ebro, donde un incendio ha provocado la muerte de diez residentes.
“Las personas mayores están abandonadas”, responde rotunda Carmen López, quien además de formar parte de Marea Residencia, conoce de primera mano la situación en estos centros ya que su madre residió en uno durante cinco años hasta que en 2020 falleció por el covid.
“Las personas que sobrevivieron a esa tragedia, que vieron cómo morían sus amigos, sus compañeros de vida, ahí siguen porque muchos no murieron. Y siguen abandonados. Nadie se ha preocupado de preguntarles si necesitan ayuda psicológica o si necesitan una terapia intensiva para recuperar esas capacidades que han perdido.”
Carmen cuenta cómo estos mayores están abandonados nutricional, psicológica y físicamente. “Los convenios de los trabajadores son tan precarios que cada vez hay menos personal”, lo que repercute directamente en el cuidado del mayor.
Desde Marea Residencia exigen que se cambie el modelo de residencia que se tiene en España, “la mayoría de las residencias son privadas y lo que buscan es el beneficio”, pero una “residencia se debe centrar en el cuidado, en la atención a la persona, en las necesidades de la persona”. Se necesita un cambio estructural.
“Vivimos en una sociedad edadista, desgraciadamente sí, es así. Y tenemos que hacer un cambio en ese pensamiento edadista”.
Carmen López analiza sorprendida la reacción de la sociedad tras lo sucedido en las residencias durante la pandemia, especialmente en Madrid: “Esa cantidad de muertes que hubo en residencias, de gente mayor en residencias, que no haya saltado la alarma social, que lógicamente debería haber saltado si no fuéramos una sociedad edadista”.
“Ha ocurrido, ha sido terrible, ha sido la mayor vulneración de derechos que ha habido en la historia de la democracia, tan corta en este país, y no ha pasado nada y nadie se hace responsable de nada y nadie dice, me equivoqué”.
Al no haber responsables de las muertes ni cambios estructurales de actuación, la integrante de Marea Residencia se pregunta si hubiese una nueva pandemia, ”¿ocurriría lo mismo?”.
“Cuando pasas el umbral de la puerta de una residencia el derecho a decidir sobre tu propio proyecto de vida se borra, es decir, se acaba ahí. Porque ya dependes de las prisas de los trabajadores. Pierdes el derecho a ser persona”.
Carmen López cuenta cómo su madre, a la que le gustaba mucho maquillarse e ir bien conjuntada, tras estar en la residencia perdió esa esencia, “me ponen lo primero que pillan, no me dejan elegir”, pero les pedía a sus hijas que no dijesen nada para “que no le cogiesen manía”.
Marea Residencia lucha para que los mayores que entren en las residencias no pierdan ese derecho a ser persona ni pierdan la dignidad en sus últimos años de vida, “tienen derecho a estar bien cuidados”.
Las residencias de mayores no deben de ser algo ajeno a la sociedad porque por ellas pasarán familiares, amigos o incluso nosotros mismos. Debemos “luchar” por un modelo amable con los que viven en ellas y sus trabajadores.
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