El paso de la DANA en España, sobre la que todavía hay alertas que llaman a extremar la precaución, está dejando un balance absolutamente trágico y demoledor. La fuerza y la inclemencia del temporal, que ha arrasado con todo a su paso, deja ya más de 90 muertos, mientras varias personas permanecen desaparecidas. Los equipos de rescate se afanan en buscarlos, y en su camino, en medio de la desolación y la devastación causada por las lluvias, afortunadamente también han encontrado algún resquicio de alivio con cada vida que han logrado salvar. Asó lo ha narrado en el vídeo Laura Sólvez.
Empleándose una vez más en los momentos más difíciles y ante las situaciones más adversas, bomberos, efectivos de protección civil, cuerpos policiales, militares… todo un escuadrón de trabajadores del servicio público, se han afanado, –también junto a vecinos y voluntarios–, en trabajar incansablemente para hacer frente a la histórica catástrofe.
Codo con codo y conjuntamente para unir fuerzas contra el desastre, entre el dolor, la tristeza, el pesar y el desconsuelo, cada persona hallada con vida representa un atisbo de esperanza; un impulso por el que seguir luchando por encontrar a más personas atrapadas entre el barro, los escombros y el resto de destrozos provocados por la DANA.
Desde Riola, las imágenes de uno de esos rescates in extremis que han servido para salvar a una familia conmueven en momentos en que se contiene la respiración a la hora de pensar en el balance de víctimas. Allí, fueron efectivos del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante los que, con un helicóptero, lograron sacar con vida a una madre y a su bebé de tan solo un año.
La mujer había alertado a Emergencias de que se encontraban aislados en una vivienda rural por las fuertes lluvias, y allí acudieron a tiempo los bomberos, que se habían desplazado desde Alicante hasta Valencia para colaborar en las labores de rescate por la DANA.
La rápida intervención hizo posible que hoy, frente al desastre y tas el susto, ambos se encuentren en perfecto estado de salud.
También lo está el hijo de Loli, una madre que en La Mirada Crítica, programa de esta casa, expresaba instantes antes de localizarle su absoluta desolación al no saber nada de él.
“Estoy buscando a mi hijo. Se llama Daniel, es mi niño”, expresaba entre lágrimas, explicando que “estuvo llamando a los bomberos, a todo, pero decían que estaba todo cortado, que no podían pasar”.
Mostrando su angustia, su miedo y su temor ante la incertidumbre de no saber después nada de él, ni cómo estaba ni dónde se encontraba, clamaba ayuda, como múltiples afectados que, sobrecogidos por la fuerza de la DANA, quedaron a merced del temporal.
Afortunadamente, en su caso, Daniel apareció también sano y salvo. Se encontraba en el polígono donde trabajaba cuando quedó atrapado por las inundaciones y el incremento en el nivel del agua: "Logré subir el coche a una pequeña isleta y, junto a otras personas que estaban allí, usamos alicates para cortar vallas y despejar el camino para elevar los vehículos. No teníamos agua ni comida, nada hasta el día siguiente", ha contado en La Mirada Crítica.
"Sentía miedo y no sabía cómo íbamos a salir de esta situación. Estábamos en tierra, pero no teníamos agua ni comida, y luego se me acabó la batería del móvil", ha relatado, señalando que “a las 10 de la mañana” pudo volver a su empresa a “cargar el móvil y beber un poco de agua”.
“Regresé 15 kilómetros caminando, llegando a casa a las seis y media a mi casa”, ha narrado.
Por su parte, de 'milagro' se ha calificado lo ocurrido en la residencia de Sedaví, Valencia, donde a pesar de verse súbitamente inmersos en las inundaciones y los estragos por la DANA, los 124 ancianos del centro “están vivos”.
En declaraciones a ‘El Periódico de España’, los empleados del centro han contado que aunque algunos presentan heridas que tienen que curar, como “brechas”, al tiempo en que otros “han pasado la noche sin oxígeno”, todos se han salvado de este desastre.
Según han expresado, en muy poco tiempo, “media hora, o puede que menos”, el nivel del agua pasó a llegar hasta los dos metros. En esas circunstancias, pronto empezaron a fallar distintos elementos del centro, como el ascensor, que obligó a los trabajadores a subir a los mayores ‘a pulso’ por las escaleras; un trabajo muy complejo con personas con poca movilidad, algunas de mucho peso, más vulnerables y en momentos de extrema urgencia.
Apresurándose por encontrar la situación más segura para ellos, primero los llevaron al primer piso y después, como cuentan al citado medio, avanzaron un piso más, hasta el segundo, extremando las precauciones tanto como tenían a su alcance en ese instante.
Fue así como, según han relatado, consiguieron por fin readaptarlos y acostarles, aunque tuvieron que pasar “la noche sin agua, sin oxígeno para los que lo necesitan y sin comida”.
En el momento en que ocurrió todo, llegó a irse a la luz y también algunos ancianos sufrieron caídas. Dos de ellos requerían atención y en ellos centran ahora su preocupación.
No obstante, la tragedia pudo ser muchísimo peor, tanto para los ancianos como para los trabajadores y trabajadoras del centro, algunos de los cuales se preguntan, atemorizados, qué hubiera pasado si se hubiesen marchado de allí apenas un poco antes y hubiesen cogido el coche.
Tras pasar todo el día sin parar de trabajar y superar momentos de pánico, hoy encuentran alivio en el hecho de hallarse todos vivos, aunque miran con desolación al impacto de la que ya es la peor gota fría del siglo.
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