El impacto emocional cuando lo pierdes todo en una DANA: "No se debe ocultar información a los niños"

Más de 62 personas han muerto a causa de las inundaciones en Valencia, según ha informado el Centro de Coordinación Operativa Integrado del Ministerio de Interior. Además, una mujer de 88 años ha fallecido en Mira (Cuenca) y se teme por la vida de seis personas desaparecidas en Letur (Albacete). Defensa ha desplegado medios aéreos, psicólogos militares y perros adiestrados para localizar cadáveres. Se prevé que la cifra de difuntos aumente. Así lo han contado en el vídeo Elsa Ascaso y Clara Marzá.

La psicóloga clínica y profesora universitaria Patricia Gutiérrez insiste en que el apoyo psicológico durante las primeras horas es fundamental: “Una catástrofe natural es inesperada y nos deja sin defensas”. El ser humano está preparado para afrontar un duelo tras un proceso de enfermedad, pero esto es súbito, según indica la especialista. “No solamente dejan personas atrás, también pierden las rutinas, su mundo se pone patas arribas y el coste emocional es altísimo”, refiere Gutiérrez, gerente del proyecto social Familiando. Los afectados conectan con el miedo y con la vulnerabilidad. 

Cuando un familiar desaparece, la tendencia social es ofrecer un discurso de calma y aliento a sus seres queridos, pero los profesionales de la salud invitan a cambiar el lenguaje. “No podemos dejar de preguntarles cómo se sienten, qué necesitan y qué les aliviaría en estos momentos”, insiste la psicóloga. No hay que dar por sentadas las necesidades, cada persona responde ante una emergencia de forma diferente. “No todos quieren estar en un refugio con otros ciudadanos que están pasando por la misma situación”, aclara. Aunque sus respuestas parezcan inverosímiles es necesario darles credibilidad y ofrecerles acompañamiento

No podemos dejar de preguntarles cómo se sienten, qué necesitan y qué les aliviaría en estos momentos

Ante la noticia de la muerte “hay que dejar espacio al desahogo emocional con una escucha activa para poder facilitar alternativas sobre cómo afrontar la pérdida cuando los afectados estén en shock, pero siempre sin imposiciones”. Con los menores se actúa de forma diferente porque el adulto dispone de unos recursos que ellos no tienen: “No cuentan con una experiencia vital, tampoco son sensibles a otras catástrofes naturales o situaciones complejas”. 

La gestión emocional cuando hay menores en el núcleo familiar

Gutiérrez insiste en que "no se debe ocultar la información a los más pequeños" ni esconderles los sentimientos. Hay que actuar con la verdad por delante, aunque siempre de forma proporcionada a su edad: “Necesitan manifestar su dolor y deben permitirse llorar, al igual que lo hacen sus figuras de referencia”. 

La pérdida de las mascotas en estas situaciones de emergencia es bastante común. “Forman parte del núcleo familiar y sus dueños necesitan realizar también un procesamiento de la información traumática”, explica la psicóloga. Es importante trabajar el duelo en base a lo que el animal significa en la vida de sus propietarios. Muchas veces, en estas situaciones desaparecen y nunca más son encontrados, pero sí se puede brindarles un último adiós: “Se realizará una despedida simbólica con algún ritual para poder transitar la pérdida y definir su recuerdo”, aclara. 

La importancia de los silencios a la hora de acompañar

A veces, los silencios también son importantes en su profesión, el soporte no siempre está acompañado del lenguaje verbal, también reside en un abrazo y en una mirada amable. Pero, a la vez que la persona procesa todo lo vivido necesita tomar decisiones y en este camino los psicólogos son fundamentales: “Hay que identificar necesidades inmediatas, pero también a medio plazo”

Si los niños durante la catástrofe estaban en el colegio hay que ir a recogerlos, es importante prever la futura residencia si hay destrozos y es necesario valorar qué documentos importantes se han perdido o qué elementos materiales con un alto valor emocional han quedado arrasados. 

“Se precisa un acompañamiento a todos los niveles, los afectados necesitan afrontar, reconducir y regenerar la rutina que antes tenían y que ahora ya va a ser diferente”, expresa Gutiérrez. “La historia biográfica de una persona atraviesa acontecimientos vitales que no se pueden obviar porque la vida no volverá a ser la misma. Puede que no sea peor, pero sí diferente”, añade. 

El "después" de la catástrofe

La psicóloga recuerda que se necesita un soporte sostenido en el tiempo. Los afectados por la erupción del volcán de La Palma pedían a las instituciones que no los olvidaran con el paso de los meses y les rogaban a los medios que siguieran hablando de su realidad. 

Las reacciones ante una emergencia son múltiples, el desbordamiento emocional, el llanto y los ataques de pánico suelen estar presentes, pero también hay personas más contenidas porque su mecanismo de defensa les protege con la distancia sentimental para poder transitar el duelo. “Lo más importante es no juzgar el dolor y las reacciones, vengan de donde vengan, sin comparaciones”, matiza la especialista tras recordar que el duelo tiene múltiples fases. Por ello, es vital prestar asistencia psicológica y seguimiento seis meses después de la catástrofe

Se necesita tiempo, no hay que tener prisa en volver a la rutina y a lo cotidiano porque no todo el mundo es capaz de hacerlo

Gutiérrez recuerda la importancia de trabajar el sentimiento de culpa. “El ser humano tiende a buscar causas a lo ocurrido, cuando sucede algo que no se podía evitar. Es un mecanismo para tener una mayor sensación de control interno”, explica. La frustración, la rabia, la desolación y la pena forman parte del cóctel emocional. Si en los primeros meses se brinda un buen acompañamiento para que se realice un procesamiento correcto de la información traumática, con los recursos apropiados, se puede prevenir un duelo patológico

El estrés postraumático puede estar presente y reflejarse a través del insomnio, las taquicardias y el estado de alerta. Por ello, es importante valorar con qué mecanismos cuenta cada individuo para afrontar la situación. “Se necesita tiempo, no hay que tener prisa en volver a la rutina porque no todo el mundo es capaz de hacerlo”, recuerda Gutiérrez. Invita a las personas afectadas a iniciar un proceso terapéutico con profesionales de la salud mental, sin recurrir a gurús del bienestar: “Acudamos a fuentes fidedignas”. 

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