España presenta numerosas desapariciones que se produjeron en extrañas circunstancias y que siguen sin resolverse. Una de ellas es la de Natalia Hernández Martínez, la mujer madrileña que viajó de Tenerife a La Palma hace justo dos años, el 24 de octubre de 2022, y cuyo rastro se perdió en el mismo aeropuerto de la Isla Bonita tras aterrizar y no recoger su maleta. 731 días después, la Guardia Civil no ha esclarecido qué ocurrió con ella y mantiene como principal hipótesis una desaparición voluntaria, según han explicado desde el Instituto Armado al portal web de Informativos Telecinco.
Sin embargo, Yaiza Pérez, la abogada de la familia, y la criminóloga Tania Rodríguez, presidenta de la Asociación Criminológica (ACII), que han trabajado con personas del entorno de Naty y se han entrevistado con testimonios, aseguran, también a este medio, que "la información" que han recopilado todo este tiempo "da a entender que la desaparición no fue voluntaria, porque Natalia no estaba en un estado mental en el que ella pudiera tomar libremente una decisión". El Juzgado de Instrucción número 1 de Santa Cruz de La Palma archivó el caso hace aproximadamente un año ante la falta de indicios, pero estas dos profesionales creen que todavía hay labores por hacer.
Tanto Yaiza como Tania han pedido investigar las tres plantas de parking que hay situadas debajo de la pista del Aeropuerto de La Palma (SPC), pero necesitan autorización judicial. Además, tal y como explicaron, el hecho de que se presentara la denuncia de desaparición 17 días después de la misma complica las cosas: "Hemos hablado con varias personas y el problema siempre es el mismo. Una vez se interpone la denuncia, ya había pasado demasiado tiempo como para que cualquier persona recuerde un hecho que para la investigación podría haber sido relevante. Las cosas se podrían haber hecho mejor si se hubiera denunciado a tiempo". Dos años después de que se le perdiera la pista a Natalia, repasamos la cronología del caso, así como los nuevos detalles que ofrecen la abogada y la criminóloga.
Natalia Hernández, una mujer madrileña de 34 años, se instaló en Canarias tras pasar una etapa en países como Nepal o Inglaterra. La joven llevaba un tiempo viviendo en Tenerife tratando de ganarse la vida después de acabar una relación sentimental. Imperaba la normalidad en su vida, pero comenzó a atravesar dificultades económicas y se vio sin un lugar en el que pernoctar. Entonces, consiguió trabajo en un camping de La Laguna a cambio de alojamiento y comida. Allí, las cosas mejoraron, pero llegó una noche en la que la joven sufrió un problema de salud (un episodio de ruptura con la realidad, probablemente por gran acumulación de estrés) y la invitaron a abandonar el lugar. Tras esta situación, volvió a buscar trabajo y encontró una oferta de una empresa de animación que presta servicios externos en La Palma Princess, un hotel de Fuencaliente, en La Palma, lo que requería viajar hasta allí en avión y cambiar de isla.
La propia empresa de animación fue la que le compró el billete a Natalia (no fue ella como se especuló inicialmente), según las profesionales que han investigado el caso. Ella viajaba "estando ya contratada", no iba a acudir a una entrevista de trabajo. Así, llegado el 24 de octubre, tal y como apuntan Yaiza Pérez y Tania Rodríguez, "un hombre de una comunidad espiritual que conocía a Naty (no un VTC como se indicó a través de varias fuentes) la llevó hasta el aeropuerto de Tenerife Norte". Antes de viajar a La Palma, ella contactó con su familia. A pesar de su estilo de vida nómada, "solía comunicarse con ellos con una llamada cada 15 días", según precisa la abogada. Pero también contactó con varias personas allegadas. Y es aquí donde surge un dato alarmante: "Natalia usaba mucho el ámbito de las energías, y en los últimos mensajes, a sus personas allegadas, les hablaba un poco como si se despidiera. Les envía mensajes como 'ha sido un placer que te hayas cruzado en mi camino'. Ella en ese momento no estaba en un estado mental para decidir libremente. Tenía una realidad paralela", subraya Tania.
Siguiendo la cronología, Natalia llegó al aeropuerto de Tenerife Norte y "su teléfono se apagó antes de entrar en el control de seguridad". La abogada y la criminóloga consiguieron una foto de la joven en ese aeropuerto; aparece con las bandejas para las maletas a las 17:15 horas de la tarde. Acto seguido, la joven tomó el avión y aterrizó en el Aeropuerto de La Palma (SPC), como señalan los registros. Entonces, se capta la última imagen de la joven con vida; aparece sola, con mascarilla (cuando su uso ya no era obligatorio), y dirigiéndose a la salida de las instalaciones sin haber recogido su equipaje: "Se ve que ella se dirige a la salida y, justo antes de salir, mira para atrás sin llegar a girarse por completo, y sigue caminando, sin haber recogido su maleta", subraya Tania.
En este punto, la pista de Natalia se pierde. Y surgen todas las incógnitas. Natalia aterrizó por la tarde de aquel lunes en La Palma y tenía que coger un autobús para ir a Santa Cruz de La Palma y luego tomar otro hasta Fuencaliente, además de otra línea más para llegar al hotel. El plan de la joven despierta muchas dudas a la abogada y la criminóloga: "Tres líneas en total tenía que coger. Y no nos cuadran las horas. Aunque se hubiera subido a la primera línea, se habría quedado sin hora para moverse por Fuencaliente. Las guaguas ya no pasaban". Las dos profesionales afirman que hablaron con el responsable de la empresa de animación que contrató a Natalia: "Lo normal, en los casos en los que se contrataba, a gente, era que alguien les fuera a recoger al aeropuerto. Además, preguntamos si sabía cómo iba a llegar la joven, y nos dijo que no. Por la hora, ella tampoco podía saber".
En cualquier caso, Natalia no llegó al hotel donde estaba previsto que comenzara a trabajar de inmediato. Pasados 17 días, el hombre que llevó a Natalia al Aeropuerto de Tenerife Norte, "con quien no tenía una relación fuerte", puso la denuncia de su desaparición al no tener noticias de ella: "Se desconoce por qué tardó tres semanas". El hotel también había alertado a las autoridades, y comenzó entonces la investigación: "Se investigaron todas las embarcaciones y los medios aéreos. Se tomó declaración a los pasajeros del avión en el que ella voló y nadie se acordaba de ella. Tampoco en el autobús".
No se puede descartar al 100% la intervención de terceras personas, "pero no hay nada que lo indique tampoco". "Lo que está claro es que se tuvo que actuar rápido y ver todas las posibilidades en ese momento. Se sabe que ella hizo contactos con personas de La Palma en ese momento, pero no es trascendente. Pudo también ponerse a caminar al salir del aeropuerto y pararle algún coche. Porque el hecho de que dejara su maleta grande con todas las cosas es llamativo", destaca Tania. Yaiza, mientras, apunta: "Nadie la esperaba fuera, iba sola en todo momento. No creo que conociera a alguien en el vuelo. Y, en caso de que sí hubiese ido con alguien, no se puede revisar, porque hablamos de una isla pequeña en la que no hay cámaras de tráfico, como en otros lugares. Y las cámaras exteriores del aeropuerto no funcionaban en aquellos días".
El hecho de que no funcionasen aquellas cámaras, como apuntan las profesionales, es un grave problema, porque no se sabe para dónde se dirigió Natalia. El aeropuerto, además, está literalmente junto a la costa. "No sabemos qué pudo pasar, ni qué hizo. Dándole vueltas, pensamos que se pudo quedar sin enlace para ir en autobús ya al aterrizar y refugiarse en una zona de parking subterránea ubicada debajo de las pistas del aeropuerto. Allí solo puede entrar una vez finaliza la actividad aérea y solo lo tiene permitido personal autorizado. Sin embargo, en los alrededores, hay una valla que puede saltar cualquier persona y que tiene acceso directo. Cualquiera puede entrar".
Las dos profesionales aseguran que "tiene que ser el juzgado el que autorice la entrada de un equipo policial". Por, van a luchar para que se reabra el caso y se investigue esta vía. "Es el único lugar que se nos ocurre y que queda por mirar. Es territorio inexplorado", subraya Yaiza, que confía en que algún día se pueda investigar ese lugar y disipar dudas. "Se han hecho muchas diligencias. Hubo avistamientos en los que creían que podía ser ella. Pero luego, después de las entrevistas, se comprobó que era otra persona, una ciudadana que residía allí y se parecía a ella". Son las últimas novedades de un caso que, como apuntan también desde la asociación SOS Desaparecidos, es "muy inquietante y preocupante". La familia, como ha podido saber este medio, se mantiene al margen ante la falta de informaciones sobre lo que ocurrió. ¿Hubo un accidente? ¿Una acción voluntaria? ¿Le pudo pasar algo con alguien? Todos los que querían a Natalia esperan saber qué sucedió y poder conocer su paradero.
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