El 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Se calcula que más de un 30% de la comida que se produce en el planeta se desecha antes de ser consumida, sobre todo en los hogares. En España se calcula que cada español desecha 25 kilos de comida al año.
De toda la cadena alimentaria surgen iniciativas para dar una segunda vida a los alimentos antes de que acaben en la basura: desde la reutilización de la pasta rota hasta las recetas con restos de verduras, los descuentos en productos próximos a caducar y las donaciones a los más vulnerables.
El mundo produce suficientes alimentos para dar de comer a toda la población. Sin embargo, en el informe de 2023 'El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo', emitido por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pone de relieve que hasta 783 millones de personas de todo el mundo padecieron hambre en 2022 y más de 3.100 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable en 2021. La pérdida y el desperdicio de alimentos agravan este problema al reducir la cantidad de alimentos disponibles para el consumo, contribuyendo así a la inseguridad alimentaria.
Asimismo, la pérdida y el desperdicio de alimentos se traduce en pérdidas económicas sustanciales, afectando tanto a productores como a personas consumidoras. Además, los desechos de alimentos en los vertederos representan entre un ocho y un diez por ciento de los gases de efecto invernadero convirtiéndose en un importante foco en la producción de metano.
A nivel global, aproximadamente el 13 por ciento de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello, se suma el hecho de que en torno al 19 por ciento de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor. Así, cada día los hogares desperdician más de 1.000 millones de comidas, el equivalente a 1,3 comidas diarias para cada persona hambrienta en el mundo.
Entre las estrategias para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos figuran los ajustes en la producción; las mejoras tecnológicas en la manipulación postcosecha, el tratamiento, el almacenamiento y la distribución; las intervenciones específicas; la difusión de información y los recordatorios de conducta para optimizar el consumo de alimentos, reducir el desperdicio alimentario y fomentar prácticas de economía circular.
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