Piedad y Marta, la cara más dura y más amarga de la violencia machista digital: el maltrato y el infierno que vivieron

Un 64% de los españoles comparte las claves de su teléfono móvil con su pareja. Son datos de una encuesta de GAD3 para Mediaset España, que también indica que el 37% de los españoles reconoce que alguna vez lee los mensajes que recibe su pareja.

Piedad y Marta son dos mujeres que representan la cara más amarga y dura del acoso en las comunicaciones por los que entonces eran sus parejas. Son casos de violencia machista digital.

El maltrato que sufrieron Piedad y Marta

Piedad tenía 15 años y su novio controlaba su móvil por completo. "Se lo quedaba durante una noche o varios días para ver si me llegaba algún tipo de mensaje o llamada", explica la joven. Se lo requisaba días enteros por celos y le pedía pruebas de todo. Ella ni siquiera sabía sus propias claves de redes sociales ya que las tenía él. Piedad cuenta a las cámaras de 'Informativos Telecinco' el infierno que vivió y las veces que se planteó si la relación que estaba viviendo estaba basada en el amor. 

"Gracias a un anuncio en televisión que mostraba cómo un chico le quitaba el móvil a su chica, ahí fue cuando dije 'entonces he sufrido maltrato", confiesa Piedad.

El perfil de Piedad no es el único que puede ser víctima de la violencia digital. También existen otros como el de Marta. A sus 50 años, el novio de Marta le espiaba el móvil: "Quería asegurarse de que yo no tenía nada con nadie. Como yo no tenía nada que ocultar se lo dejé".

Le hacía decenas de llamadas preguntándole por las conversaciones privadas que ella mantenía con sus contactos. Un día le pidió el móvil y la espió durante horas. Angustiada, ella trató de recuperarlo y él la agredió.

Marta ha explicado y ha confesado la tortura que vivió al lado de su pareja: "Tiró el móvil contra el suelo, me agarró y me empujó contra la ventana. Me decía 'tírate y le haces un favor al mundo'. Después me tiró a la cama, él se subió encima de mí, me tenía totalmente agarrada".

El juez le impuso una orden de alejamiento. Marta, cinco años después, sufre aún secuelas psicológicas y no se ve capaz de mantener una relación sentimental.

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