Los investigadores del crimen de Mocejón, localidad toledana en la que Mateo, un niño de 11 años, fue apuñalado cuando se encontraba jugando al fútbol con sus amigos, continúan reconstruyendo los hechos y analizando toda la información vinculada con su asesino confeso, un joven de 20 años del que su padre dijo que padece una discapacidad intelectual reconocida de entre el 60 y el 75%.
En prisión provisional comunicada y sin fianza desde el pasado jueves 22 de agosto, permanece en el módulo de enfermería del centro penitenciario de Ocaña I, imputado provisionalmente de un delito de asesinato. El Juzgado de Instrucción número 3 de Toledo determinó su ingreso en un lugar “adecuado a la situación de discapacidad” mientras las investigaciones avanzan para dilucidar y determinar el alcance de su condena.
A ese respecto, el juez instructor pidió un dictamen forense sobre “la imputabilidad del investigado” que deberá realizarse, en todo caso, durante la instrucción del procedimiento judicial.
Entre otros factores, hay dos cuestiones clave: certificar su grado de discapacidad intelectual y determinar si tuvo consciencia de sus actos, así como si llegó a planear y preparar el asesinato, algo que se cree que pudo ser así, habida cuenta de los distintos pasos que dio para cometer el crimen y marcharse del lugar donde lo llevó a cabo, el polideportivo ‘Ángel Caído’ de Mocejón.
Según el artículo 20 del Código Penal, podría ser declarado inimputable si se certifica que padece “cualquier anomalía o alteración psíquica” que le impidiese “comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión”. Sin embargo, si se determina que tuvo capacidad de planificar y ejecutar el asesinato con consciencia de sus actos, pese a que pudiera encontrar atenuantes por su condición mental, podría enfrentarse a una condena penal.
Según informa ABC, el auto del juez responsable del Juzgado de Instrucción número 3 de Toledo apunta a que existen “indicios suficientes” para “creer responsable” del crimen al asesino confeso de Mateo, afirmando que hubo un “mínimo plan preconcebido” por parte del acusado para asesinar de 12 puñaladas al niño de 11 años.
En le texto, además, justifica la medida de su ingreso en prisión provisional “para evitar que reincida”, señalando que “la mecánica de los hechos evidencia una gran peligrosidad” de que “pudiera cometer nuevos” delitos.
A ese respecto, precisa no obstante que en el momento de adoptar la medida “debe basarse, no en pruebas, sino en indicios”, a la espera de las diligencias del juzgado.
En el auto, y sobre el acusado, el magistrado se refiere a un “retraso mental moderado”, congénito, y un “trastorno del desarrollo por autismo”. Por eso, dice, se facilitó que una profesional ayudase a que el asesino confeso de Mateo “pudiera entender y ser entendido” durante su declaración.
Apuntando a las claves llamadas a terminar de definir cuál será su condena, en el auto el juez destaca que “no existen datos inequívocos de una inimputabilidad”, justificando que “no cabe declarar ahora la eximente completa”.
Además, recalca que no hay “informe alguno que acredite” que los actos “fueron cometidos a causa de una descompensación de la discapacidad psíquica que justificara su internamiento urgente”.
“Más al contrario; examinado por los médicos forenses, no se advirtieron, desde la perspectiva estrictamente médica, motivos que determinasen su urgente e inmediato internamiento psiquiátrico”, sostiene, según el auto, del que se hace eco ABC.
Según el relato de los hechos recogido en el texto, el asesinato de Mateo se produjo a alrededor de las 10:00 horas del domingo 18 de agosto en el polideportivo ‘Ángel Caído’ de Mocejón, cuando, según declaraciones de los jóvenes que estaban jugando allí, apareció una persona con un cuchillo de cocina.
Al parecer, los persiguió hasta alcanzar a Mateo, al que asesinó. Acto seguido, abandonó el lugar a través de un agujero situado en la parte trasera del polideportivo y que solo los habitantes del pueblo conocen, razón por la cual los vecinos desde muy pronto sospecharon que el asesino era alguien del pueblo o vinculado a este. Y no se equivocaron.
Respecto a ese momento, el juez incide en que “existen motivos bastantes” para “creer” al joven de 20 años como responsable del crimen.
Concretamente, cuenta que los niños que acompañaban a Mateo dieron una descripción de su asesino y su ropa; algo que se utilizó para revisar también las imágenes de la zona.
Así, apunta el auto que Juan, el joven de 20 años acusado del crimen de Mocejón, vestía “la ropa que llevaba el autor” y “en un itinerario y horario absolutamente compatible con acudir y marcharse del campo de fútbol en los momentos en que se causó la muerte”.
Más allá, apunta que los menores reconocieron “policialmente” al detenido como el autor del asesinato.
Tras todo ello se procedió a la detención del acusado donde temporalmente vivía con su padre. Allí “declaró espontáneamente”, según destaca el auto, que señala que “cuando se le preguntó si se había enterado de lo que había pasado”, dijo “que fue él, que fue una copia de él y que el cuchillo lo tiró al río”.
Los agentes, además, visitaron también una casa de su abuela, porque Juan, tras perpetrar el crimen, no solo se marchó por el agujero en una valla del polideportivo adentrándose por un descampado en el que es más difícil ser visto, sino que además fue primero a casa de su abuela, más cercana al lugar, “inmediatamente después de cometerse” el asesinato.
Además, según la investigación, allí habría lavado su ropa y después habría ido a misa con su padre antes de comer en familia. No obstante, el auto lo que refiere es que en casa de su abuela se recogió calzado deportivo y ropa “coincidente con la utilizada por el autor en el momento de la comisión” del crimen.
“A la espera de los resultados, fue señalada por un perro adiestrado en la localización de restos biológicos humanos”, reza el auto.
Por todo ello, el magistrado vio “indicios suficientes” para considerar al joven de 20 años presunto autor del crimen.
Según el magistrado, se está ante un “delito de la máxima gravedad, que ha ocasionado el fallecimiento de un niño de 11 años, lo que de por sí supone ya una muestra inequívoca de peligrosidad”. En ese sentido, incide además en que, en efecto, las circunstancias que rodean al asesinato, tras el avance de las pesquisas, “manifiestan un previo plan para cometer el hecho y para evitar ser identificado”.
En ese sentido, la investigación continúa para determinar su imputabilidad y futura condena.
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