El propietario de un hotel en la localidad de Bóveda, en Lugo colocaba las minicámaras para fisgonear a sus clientes. Una pareja activó la alarma tras descubrir el dispositivo oculto detrás de un reloj de pared enfocada hacia la cama.
El propietario, que ha sido acusados por presuntos delitos contra la intimidad, trató de comprar el silencio de la pareja asegurándole que la cámara no grababa y devolviendo el dinero de la reserva.
La pareja afectada, sin embargo, no se conformó y alertó a sus vecinos de habitación instándole a buscar si también había cámaras espiándoles...¡Y sorpresa! También encontraron una minicámara que violaba su intimidad.
La Guardia Civil al recibir la denuncia activó un operativo contra el mirón, que estaba muy bien organizado con varios ordenadores, memorias portátiles con las imágenes que grababa de sus usuarios.
La llamada operación Norbates permanece abierta, porque los agentes tendrán que rastrear las imágenes para determinar si el dueño del hotel las colgaba en internet, las vendía o eran para su consumo personal.
En el caso del hotel del municipio de Lugo, era el propietario del establecimiento ha sido detenido por la Guardia Civil que investigó varias denuncias de huéspedes que descubrieron cámaras escondidas en sus habitaciones.
Sin embargo, en el marco de la investigación, también se detuvo a un informático que instaló una cámara en un aseo de una farmacia en Tarazona, en Zaragoza.
El técnico que había realizado trabajos en la farmacia había instalado el dispositivo hacía alrededor de un año, apuntando hacia el inodoro sin otro objetivo que violar la intimidad de las personas que hacían uso del mismo.
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