Nuestro país cuenta con alrededor de 13.000 menores migrantes que están bajo la tutela del Ejecutivo. Si existe alguna zona de España que ha colapsado por la llegada masiva de los menores extranjeros no acompañados (menas) es Canarias, cuyos centros de acogida no dan abasto. Una situación que les ha llevado a reclamar la solidaridad de otras autonomías. Algunos de estos jóvenes menas salen adelante gracias a los programas de ayuda, según informan José Díaz Pando y Marco Chiazza.
En cuanto al reparto de los menores, Alberto Núñez Feijóo se ha comprometido a acoger a 400 menores en las comunidades donde gobiernan. Es la postura del PP tras la petición del Palacio de la Moncloa para hacer frente a una crisis humanitaria de semejante calibre.
La decisión desde 'Génova' ha provocado el enfado de Vox y ha llevado a la formación de Santiago Abascal a dar por rotos los pactos de gobierno regionales con el Partido Popular.
Sarifou Jallow se jugó la vida con 16 años para llegar a Tenerife: "Soy de Gambia y vine a España en patera". Sin embargo, su infierno no acabó ahí. Tras pasar por varios centros tutelados, al cumplir la mayoría de edad se encontró sin casa y sin trabajo.
"No tenía donde trabajar, mi padre está muerto y mi madre está enferma en África. Tuve que salir para buscar mi futuro", afirma Sarifou. Sin familia ni red de apoyo, no hubiera podido tener un futuro si no es por el programa de ayuda a menores no acompañados.
Marta Segú, directora de la Fundación FC Barcelona, explica que "son jóvenes extutelados que han perdido la protección de la administración pública y se encuentran en esta situación de vulnerabilidad".
El protagonista de esta historia recibió una formación y con el apoyo de su mentora, Silvia Rodríguez, encontró un hogar y un empleo en la capital catalana. "Te conviertes en un familiar cercano en el que él se puede apoyar", asegura Rodríguez.
Olga Aracil, responsable de calidad de Coats-Gotex, donde trabaja Jallow, dice que "empezó con un contrato temporal y, como era un chico muy implicado y que le interesaba mucho el trabajo, le hicimos un contrato indefinido".
Mouad Bouazza también tiene trabajo. Es camarero en un restaurante de Granada. Aún así, no consigue borrar de su memoria el modo en el que llegó hace siete años, cuando tenía 16, desde Marruecos. "Pasé tres días en el agua y estábamos ya perdidos, sin gasolina ni nada, no sabíamos ni a donde íbamos", recuerda.
Una travesía a la desesperada que también marcó para siempre a Etinosa Osenigiae cuando escapó de Nigeria con 13 años. Detalla que tiene muchas cicatrices en todo el cuerpo "por el camino que he pasado corriendo". "No se lo recomiendo a nadie", agrega.
Ahora se acaba de sacar la ESO y estudia un grado superior de carpintería. "Lucho por mis sueños", subraya Etinosa. Son los deseos de unos entonces menores que llegaron solos a nuestro país huyendo de la pobreza o la guerra.
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