El Informe del Observatorio Proyecto Hombre sobre el perfil de las personas con problemas de adicción en tratamiento arroja un dato especialmente preocupante: las mujeres con problemas de alcoholismo tardan una media de 18 años en pedir ayuda. La vergüenza a la hora de confesarlo o el temor a perder a su familia pueden estar detrás, como informa en el vídeo Bernardo Montaña.
“El alcohol fue una de las drogas principales que me llevó al mismísimo infierno”. “Podía ser capaz perfectamente de beber 10 o 15 cubatas en una noche en que saliera o una botella entera yo sola en casa” cuenta Mónica a Informativos Telecinco, dando voz a una historia compartida por otras mujeres.
“Comencé a beber de forma esporádica. Cuando me di cuenta de que era un problema fue cuando ya no lo pude controlar”, explica otra de ellas, relatando que no lo hacía como diversión, sino como castigo.
“No para divertirme, sino para maltratarme, como castigo para tapar a lo que realmente no te quieres enfrentar”, cuenta.
Y en esa misma línea se expresa Mónica: “Me apartaba. Me apartaba del dolor, de la angustia, del sufrimiento… aunque me metía más en él; es la trampa que al final no vemos”.
Además de los problemas con el alcohol, –la causa más problemática dentro del perfil mayoritario de mujeres que acuden a Proyecto Hombre–, la siguiente sustancia que aparece entre esas causas es la cocaína, cuyos casos van en aumento.
“Yo tenía un problema con otra sustancia, que fue ya lo que determinó la hecatombe de mi vida”, explica una de las mujeres alcanzadas por esta droga.
Jesús Mullor, director del Observatorio Nacional de Proyecto Hombre, lo confirma: “Hemos observado que la cocaína, en el caso de las mujeres, está ganando puntos a lo largo de los últimos años”.
Las mujeres tardan una media de 18 años en pedir ayuda a Proyecto Hombre
Además, de media, y según el informe, las mujeres tardan 18 años en pedir ayuda porque tienden a ocultar su consumo. Según el informe, en muchos casos tienen miedo a perder la custodia de sus hijos si hacen pública su adicción y suelen contar con menor apoyo familiar, económico y social.
“No sabía pedir ayuda porque tardé en reconocer que tenía un problema. Las mujeres que tenemos trabajo, hijos, un proyecto de vida… como que no encaja el alcohol en ello”. “Al final lo que haces es tirar tu vida por la borda”, señala ante nuestras cámaras una de las mujeres que han hecho frente a su situación, quien incide en que “ahora tienes que seguir viviendo en esta sociedad sin beber, que se puede”.
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