Amelia Navarro es voluntaria de la Fundación FADE. Acude cada 15 días a casa de Antonio Zapata y Apolonia Conesa, un matrimonio que puede salir de casa porque ambos están enfermos. La joven les brinda las únicas oportunidades que tienen al mes de poder pasear, según informa Nuria Gutiérrez.
Antonio apenas puede respirar y Poli casi no puede ver, pero ambos esperan con ansia a que el reloj marque las 11:00 porque es la hora a la que llega Amelia. Con ella, salen a la calle y pueden sentir el calor del sol y saludar a los vecinos.
“No tengo quien me saque y veo a la gente por la ventana y digo: ‘Es que estoy preso aquí, que no puedo salir ni hablar con gente’”, explica Antonio, usuario de la Fundación Fade, que le envió a Amelia. “Eso es una bendición”, expresa.
“Tú también te sientes bien cuando haces algo por los demás. Y ya no es solo sentirte bien, sino que ves que eres capaz, ves las habilidades que tienes, ves que te puedes sentir super útil”, dice ella.
Sentados en una cafetería, Poli cuenta que vienen “con ella y para nosotros es una fiesta”. “Yo la trato como si fuera una hija mía y así estamos, esperándola como quien espera el agua”, dice, porque salir se convierte en vital cuando no puedes hacerlo.
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