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Tal día como hoy, un 14 de marzo, vivimos algo insólito. Era el primer día del estado de alarma por la pandemia de covid. Han pasado cuatro años y nadie olvida, el miedo, el dolor, la impotencia y el desconcierto al vernos encerrados en casa. Además, se llegó a cuestionar el recorte de libertades en Europa y en el resto del mundo. Como Tatiana Domínguez recuerda desde la sevillana avenida de la Constitución, arteria principal de la ciudad, a estas horas siempre hay gente en la calle, sevillanos que van a trabajar, niños que van al colegio, turistas que madrugan para ver monumentos.
Sin embargo, hace cuatro años de la noche a la mañana todo cambió. Se decretó el estado de alarma. Hubo gente que comenzó a teletrabajar, los niños no iban al colegio y los turistas no podían viajar. Había llegado la pandemia de forma oficial y en España ya no pasaba nadie por la calle ni siquiera en sus arterias principales.
Pedro Sánchez conmemoraba ayer su decisión más dura. El presidente del Gobierno apuntaba que "entonces no lo sabíamos pero aquel día empezamos a tomar decisiones muy duras". Llevábamos días esquivando a un enemigo invisible, haciendo lo que nunca habíamos hecho como acabar con todo el stock de los supermercados por el pánico al desabastecimiento.
El día 14 de marzo de hace cuatro años no podíamos creer lo que veíamos. El heroísmo consistía en quedarse en casa. En trabajar desde el salón y hacer malabares con los niños, en la obsesión por la limpieza, en soportar lo insoportable.
Familias enteras destrozadas y la labor y el trabajo de los sanitarios que intentaban protegerse sellando su ropa con cinta adhesiva. Finalmente, llegaron los EPIs y los profesionales sanitarios consiguieron resistir.
En general, la mayoría de los ciudadanos resistimos con imaginación, con los aplausos de las ocho dedicados a los sanitarios y trabajadores que luchaban por acabar con la pandemia, con abrazos asépticos, con cada gran victoria.
Tres meses soñando con las vacunas que llegaron en tiempo récord. Tan hubo que estar 98 días y 98 noches soñando para ahuyentar esa pesadilla llamada coronavirus.
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