Cuando apenas habían pasado tres semanas de haber retransmitido en directo el 11M, Montserrat Domínguez calificó aquella como “la peor mañana” de su vida. Tanto en lo personal como en lo profesional. Y veinte años después lo ratifica. Había transcurrido una hora y media desde que la primera bomba estalló en la Estación de Santa Eugenia cuando tuvo que coger el testigo de Rafael Fernández y Ana Rodríguez, sus compañeros de la edición matinal de Informativos Telecinco, para seguir contando a la audiencia de ‘La mirada crítica’ lo que acababa de suceder en Madrid.
“La brutalidad del atentado, el número de víctimas, la cantidad de explosiones, lo complicado que fue organizar y entender qué estaba sucediendo en cada uno de los sitios, la responsabilidad con las imágenes, el clima de terror y la responsabilidad con esa gente que no sabía dónde estaba su hija, su padre o su compañera” pesaban a la hora de enfrentarse a la cámara. Pero el espectador no lo podía notar.
“En esos momentos, tu responsabilidad como profesional es no perder la calma y tratar de poner un poco de distancia frente al horror”. Como periodista, Montserrat siempre ha tenido claro que, “cuando te dedicas a informar en directo, la profesionalidad está en dejar las emociones a un lado y tratar de ofrecer contexto e información cribada y de calidad”. En “poner orden a un caos” al que a esa hora era imposible dar respuestas.
Esas emociones contenidas afloraron al abandonar las instalaciones de Telecinco. “Después de pasar una mañana terrorífica, porque cuando terminamos el programa tuve que preparar 'La mirada crítica' del viernes, recuerdo ir a buscar a mis hijos al colegio porque necesitaba darles un abrazo. Eran pequeños y fui a recogerles a la salida. De ahí me fui al Gregorio Marañón, que en esos momentos era el centro neurálgico por el que pasaban los heridos, porque como periodista tenías la sensación de que tenías que estar ahí y tenías que contarlo independientemente del programa”.
“Esa sensación terrible de dolor, de angustia, de desesperación cuando todavía mucha gente ni siquiera estaba identificada fue una conmoción” es algo que no podrá olvidar jamás. Es más, Domínguez confiesa que sigue “llorando” cuando aniversarios como este le hacen recordar “la tensión” que vivieron esa mañana. Pero nunca delante de una cámara. “Eso lo haces en tu casa, cuando abrazas a los tuyos”, reivindica.
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