Este invierno tan primaveral, con temperaturas inusualmente altas, ha adelantado la llegada de las siempre peligrosas orugas procesionarias que provienen de los pinos. Hay que tener mucho cuidado con ellas, sobre todo para aquellos padres con niños pequeños que pueden tocarlas y lo mismo para las familias con mascotas, fundamentalmente perros.
La procesionaria es una oruga muy peligrosa que las altas temperaturas podrían haber adelantado su aparición. Esta oruga suele ser más común entrada la primavera, aunque ya se deja ver en zonas de pinar. José Antonio Hódar, de la catedral de Ecología de la Universidad de Granada, asegura que “apenas hay más luz y temperatura, la procesionaria baja de los pinos y entierran para ocupar”.
Es altamente peligrosa para los perros, ya que puede producirle urticaria, intoxicaciones e incluso, en los peores casos, la muerte, como advierte Patricia Gómez, de Veterinaria Alcazaba: "Si las lamen, si las huelen y tocan los pelillos de la oruga son urticantes, si ya la ingieren es gravísimo”.
Las personas también debemos tener precaución, por ello los expertos recuerdan: si la ven deben evitar su contacto.
Aunque lo fundamental es no acercarse ni molestar al insecto, ya que lanza sus pelos urticantes como mecanismo de defensa, si finalmente se produce el contacto con animales o personas, lo primordial es no rascarse y poner la zona afectada debajo del agua para que arrastre los filamentos, que son como dardos que contienen en su interior la sustancia dañina.
También es importante cambiarse de ropa y lavarla porque el contacto puede llegar también por vía aérea, ya que el viento puede transportar las fibras de la oruga desde sus nidos en los árboles. Si el daño es en los ojos, habría que acudir rápidamente al oftalmólogo. Además, existe un pequeño porcentaje de la población que sufre una alergia específica a este animal que sí que podría desembocar en una reacción severa y que requeriría atención médica.
La alergóloga de Juaneda Miramar Susana Ranea anima a prestar especial atención a los niños y a las personas con problemas de dermatitis o con la piel más sensible, que son los que podrían sufrir daños más importantes, aunque las picaduras no sueles revestir gravedad.
La doctora recuerda que el contacto con los filamentos tóxicos genera un pequeño hinchazón con un punto en el centro --el filamento--, que puede infectarse si no se actúa y es que, apunta, muchas personas se dan cuenta tiempo después de la reacción urticante y acuden a la consulta sin saber bien qué les pasa. Para tratar la reacción, Ranea señala la importancia de lavar la zona con agua y jabón. Se puede tomar algún antihistamínico o aplicar una crema corticoide. También van bien, y según apunta la gente lo desconoce, los antiinflamatorios.
En el caso de las mascotas, los perros, especialmente los cachorros por su espíritu curioso e inquieto, son los animales más expuestos a los riesgos del contacto con la oruga y su efecto inflamatorio que, aunque puede tratarse localmente, puede llegar a provocar la muerte del animal en casos extremos. Los gatos también están expuestos, pero suelen ser más reacios a interactuar con un elemento desconocido.
El director del Hospital Veterinario Canis, Lluís Riera, explica que como el contacto con el animal o con las fibras que pueden desprenderse y transportarse vía aérea es localizado, es decir, que afecta a la zona que entra en contacto con la toxina y es, de este modo, fácilmente tratable.
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