Yoli Marín es periodista y barbateña. También madre de un niño de seis años. Después de dos décadas trabajando fuera del pueblo, hace unos años volvió a vivir en él, y la rabia que le provoca "la tragedia macabra sin precedentes" por la que dos Guardias Civiles murieron arrollados por una narcolancha le ha hecho escribir unas líneas en su perfil de Instagram que están teniendo mucha repercusión entre sus vecinos. Para la mayoría, estas palabras son un fiel reflejo del sentir de un Barbate indefenso en el que en estos momentos "solo hay fango y aguamonte".
"Así llamaba mi abuelo al color del mar cuando hay temporales. La costa de 25 kilómetros de Barbate se torna a marrón-gris cuando la tierra y arena de la Breña y el Retín es arrastrada por la lluvia hasta el mar", recuerda. Un "temporal", aunque nada tenga que ver con lo climático, que estos días ha vuelto a repetirse. "El fango hoy cubre desde el mar a nuestras conciencias. Hay fango en los medios. Y en nuestras mentes. La tragedia macabra sin precedentes, frente a donde juegan nuestros hijos a diario, nos estremeció el viernes".
Amigos y compañeros de profesión le preguntan "cómo es el día a día de Barbate conviviendo con el narcotráfico". Dudas que provocan que ese "fango" que les "cubrió con intensidad hace más de 25 años" afloren, enfaden y revuelvan tripas. "Barbate siguió adelante sin ayuda de nadie y con cientos de promesas de prosperidad incumplidas. De todo color político. De proyectos que se afanan en destruir su belleza natural. Ha tirado adelante con su disparatado porcentaje de paro. Con la servidumbre militar de su territorio", asume. Pero sobre todo "ha tirado adelante con sus vecinos, con el fiel compromiso de levantar su pueblo de la mejor manera que han podido".
Lo han hecho "sin ayuda, contra viento y marea, contra fango y temporales, contra titulares, contra una lacra que se nos escapa a la mayoría". "A pico y pala", reivindica. "Llevando su gastronomía, su música, sus olas y surf, su cultura por bandera. Presumiendo de almadrabas y de atún encebollado. Lo han hecho estudiando. Trabajando. Migrando. Invitando a sus amigos a que descubran el paraíso: playas, Breña, su faro Trafalgar".
Los vecinos con los que creció Yoli Marín llevan décadas funcionando "como hormigas" para "borrar el estigma que tanto daño" les ha hecho. "Nadie duda que Barbate hoy es un pueblo turístico. No me pregunten cómo es el día a día. Aquí viene a veranear hasta el apuntador. No tengo que defenderme. No tengo que argumentar cómo somos. Déjenme que no me defienda. Que sienta vergüenza. Que me indigne, me enfade, que escriba. El aguamonte también saca lo peor del mar. La basura la arrastra hasta la orilla. Y si alguien quiere limpiar, que lo haga. Con menos foto, menos micro, menos oportunismo. Con pico y pala", suplica.
El deseo de esta periodista, que hace las veces de altavoz de lo que dicen las calles, es que no se les olvide cuando la noticia deje de tener interés.
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