El FBI y la Policía buscan a una norteamericana desaparecida en Madrid: mensajes sospechosos y cámaras en negro
La investigación ha pasado a ser un asunto internacional en el que colaboran la Policía Nacional, la de Florida y el FBI
Unos extraños mensajes en inglés y español y una serie de actos vandálicos en su edificio hicieron saltar las alarmas en su entorno
Su nombre es Ana María Knezevich Henao, tiene 40 años y han pasado más de 12 días desde que desapareció en Madrid. Aunque nació en Colombia, pasó a convertirse en ciudadana estadounidense cuando trasladó su residencia a Florida, donde conoció a su marido y colaboró con empresas de desarrollo tecnológico durante más de una década. Esta fue, tal y como reza su perfil de LinkedIn, "una de las mejores decisiones" de su vida. Hasta que la situación se complicó.
Hace un año tomó la decisión de separarse. Venía de "una temporada de mucho trabajo", el divorcio cada vez era más "difícil" de gestionar y estaba atravesando una depresión. De ahí que viese en Madrid, donde vivían algunas de sus amigas más íntimas, la ciudad perfecta para empezar de cero. "En ese momento no me dijo que las cosas estuvieran mal, sino que quería hacer un cambio de vida. Necesitaba descansar", nos explica una de ellas.
MÁS
Su vida en Madrid
En este nuevo capítulo vital se distanció de parte del entorno que la acompañó en su etapa en Estados Unidos. Su familia, que reside en Florida, respetó su espacio. Y este mes de enero retomaron la fluidez en el contacto. "El día 24, mi madre y yo tuvimos una conversación con ella por teléfono. Nos contó que se sentía bien, que quería que viniésemos a Madrid", nos cuenta Felipe Henao, su hermano.
En esta llamada les expresó su "emoción" por un viaje a Barcelona que tenía programado para el 5 de febrero. "Tenía los billetes, lo tenía todo listo". El plan era acudir con una amiga a una conferencia de la popular psiquiatra Marian Rojas Estapé. Pero Ana nunca cogió ese tren.
Dos misteriosos mensajes
Una persona muy cercana a Knezevich habló con ella por última vez el viernes 2 de febrero, a eso de las 15:00 horas. Charlaron de esa escapada que tenía prevista para el lunes. Otra amiga chateó con ella esa misma noche, a las 22:00 horas. Le aseguró que estaba "en su piso" y que se encontraba "bien". Ninguna de las dos volvieron a recibir señales, y el sábado, ya entrada la mañana, empezaron a preocuparse. Ana tenía acostumbrado a su círculo a responder a sus mensajes "inmediatamente", y ya había pasado el tiempo suficiente como para alertarse. "Déjame saber que estás bien", le pidió una de ellas. Silencio. El doble check ya no aparecía.
En este lapso de tiempo, ambas se pusieron en contacto con personas que tenían en común con la joven. Una de sus amigas que vive en Suecia les confirmó que ese mismo sábado, pasado el mediodía, le llegó un mensaje algo extraño. Estaba escrito en inglés. "I met someone wonderfull! He has a summer house about two hours from Madrid. We are going there now and I will spend a few days there. Signal is spotty. I'll call you when I get back", le decía.
Paralelamente, otra amiga recibió el mismo texto, esta vez en español. "Conocí a una persona muy chévere. Tiene una casa de recreo a unas dos horas de Madrid. Ahora nos vamos y pasaré unos días allí. Aunque apenas hay señal. Te marco cuando vuelva", ponía. Y esto, lejos de tranquilizarlas, generó el efecto contrario.
¿Había pasado por el traductor una misma respuesta? ¿Por qué sí contestó unos chats y otros los dejó en 'visto'? "Lo que me preocupa es que ese mensaje era como si hubiese sido traducido con Google. Ella nunca hablaría así en español", nos advierte su hermano. "Esa no es su manera de expresarse. Ella no necesita traductor ni para inglés ni para español, su inglés es superfluido y su lengua materna es el español", asegura alguien que la conocía bien. Las receptoras de estos mensajes le preguntaron que por qué, que quién era esta persona, que si estaba segura de lo que iba a hacer. Nunca tuvieron contestación.
Movimientos en el edificio
Visto que el móvil no era una forma útil de acceder a ella, una de sus amigas decidió acercarse a su piso para confirmar que no se encontraba en él. "Para ver si había pasado algo, que una nunca sabe", pensó. "Timbré insistentemente y nadie me abría. No se escuchaba ruido", recuerda. Para no abandonar el edificio sin sacar nada en claro, optó por preguntar a los vecinos. Estos le plantearon que no habían visto a Ana por ahí, que quizás vieron luz el viernes por la noche, pero que no estaban seguros. Fue justo antes de irse cuando compartieron con ella un apunte, como poco, revelador: "Ese viernes en la noche, hacia medianoche, parece que intentaron robar en el edificio porque taparon con un spray negro tanto la cámara del telefonillo como la que hay junto al ascensor".
Si no tenía suficientes motivos para pedir ayuda a la policía, esta extraña casualidad le pareció definitiva para hacerlo. En su primer contacto con ellos, le confirmaron lo de los sprays, un suceso al que no dieron más importancia porque "no se reportó ningún robo". Le pidieron más información sobre los últimos movimientos de Ana Knezevich y la acompañaron hasta la puerta de su domicilio. Allí valoraron que "la puerta estaba totalmente bloqueada, lo que significaba que estaba fuera". Pero la amiga insistió y pidieron a los bomberos que interviniesen. "Entraron por la parte de fuera del edificio, revisaron y confirmaron que ahí no había nadie. Notaron un poco de desorden, un desorden aparentemente normal. También se encontraron una nota que le dejé yo misma por debajo de la puerta pidiéndole que se comunicase conmigo", nos narra.
Un asunto internacional
Ya el lunes, esa amiga con la que iba a viajar a Barcelona llegó a las 11:03 horas a la estación. "Me presenté allí porque yo qué sé, quizás aparecía y me decía que había pasado un fin de semana superloco", pensó. Al ver que no era así, decidió ponerse en contacto con la familia, que inmediatamente implicó en el caso tanto a la policía de Florida como al FBI. Ambos departamentos contactaron con la policía española e hicieron de este un asunto internacional. "Desde Madrid están muy pendientes del caso, pero tienen algunos inconvenientes, porque no tienen acceso a tarjetas de crédito, a información del teléfono, a su última localización", nos explica Felipe Henao desde Miami.
Ahora, más de 12 días después de que Ana Knezevich se esfumase, todos coinciden en que hay algo "extraño" en su desaparición. De su marido (nunca llegaron a separarse legalmente) tienen poca información.
El que sepa algo, que alce la voz y nos ayude a encontrar a mi hermana, eso es lo único que queremos
El resto de su entorno continúa teniendo esperanzas en la labor policial. Y también tiene una petición para la ciudadanía: "El que sepa algo, que alce la voz y nos ayude a encontrar a mi hermana, eso es lo único que queremos".
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.