Los radares de emisiones, esenciales en la lucha contra la contaminación atmosférica, tienen un papel crucial a la hora de monitorizar los niveles de contaminación provocados por las emisiones de vehículos. Aunque comúnmente se les llama "radares", estos dispositivos no son radares en el sentido tradicional, ya que no miden la velocidad sino niveles de contaminación de diferentes gases y partículas.
Los radares de emisiones, formalmente conocidos como "equipos de medición remota (RSD) de emisión de gases contaminantes", utilizan un haz láser en una longitud de onda específica. Este haz impacta contra la nube de gas que emite un vehículo al salir por el tubo de escape. Una placa fotométrica, colocada al otro lado de la calzada, mide la energía del láser reflejada. A partir de la energía que recibe el radar, es posible identificar diferentes sustancias. Estos dispositivos pueden medir con precisión los niveles de CO, CO2, NOx, PM e hidrocarburos, y si estos son intrusivos y no dañinos.
En Madrid, España, desde 2021, se han implementado radares de emisiones en respuesta a una normativa de calidad del aire y sostenibilidad. Estos radares se encuentran en puntos estratégicos de la ciudad, como las principales salidas de la M-30, incluyendo lugares como Pirámides, Virgen del Puerto, Conde de Casal, entre otros.
Los vehículos que superan el límite de emisiones establecido están sujetos a multas que pueden variar entre 750 y 3.000 euros. Estas multas dependen de la gravedad de la infracción y de las circunstancias en las que se cometió. Por ejemplo, si no se pasa la ITV puede resultar en una multa de hasta 750 euros, mientras que la negativa, resistencia u obstrucción a la actividad de inspección o control puede llegar a acarrear multas de hasta 3.000 euros.
Los radares de emisiones son herramientas vitales en la lucha contra la contaminación atmosférica. Su capacidad para medir con precisión y de forma remota las emisiones contaminantes de los vehículos permite una vigilancia efectiva y el cumplimiento de las normativas ambientales. Su implementación en ciudades como Madrid demuestra un compromiso serio con la mejora de la calidad del aire y la sostenibilidad urbana.