Estafadores del amor. El caso de Morata de Tajuña, de forma trágica, ha vuelto a poner este drama encima de la mesa. Más común de lo que parece aunque en ocasiones los estafadores pueden ser atrapados. Su modus operandi siempre es el mismo, y es bueno, como alerta la propia Guardia Civil saber sus códigos para no caer en sus redes. Aunque como dice el refrán, el amor puede ser ciego, como demuestra el hecho de que los vecinos de las hermanas de Morata de Tajuña fueran alertadas por unos vecinos a los que no hacían caso.
Los delincuentes, que muchas veces operan desde el extranjero, buscan víctimas vulnerables. Así comienza el engaño. La imagen de todos ellos suele ser impecable. Militares extranjeros en misiones internacionales enamorados por completo de sus victimas a las que bajan sus defensas con un buen aspecto y también un lado sensible, recordando la ausencia de la familia y la soledad. Así son más susceptibles. A eso hay que añadir perfiles falsos, con fotos atractivas capturadas de Internet que se convierten en un cebo perfecto. Contactan con todas las personas que pueden a través de las redes para encontrar a su presa.
Gloria cayó en esas redes pero pudo salir. Su estafador acabó en la cárcel. También fue engañada Eugenia que perdió 3.000 euros y meses de ilusión.
Estamos ante profesionales del engaño que localizan, estudian, adulan y estafan económicamente a sus víctimas. No hay un perfil claro pero las personas vulnerables, solas, que necesitan afecto, son las preferidas por estos delincuentes. Y una de las claves del engaño que hemos visto también reproducido en el drama de Morata de Tajuña es que les convencen de que los demás no entienden su relación, no ven los especial que puede ser y por eso les dicen que es un fraude, según señala la psicóloga Dimitra Doumpioti. Cegadas de amor, no hacen casa al entorno.
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