La Audiencia Provincial de Cantabria continúa el juicio contra el acusado de abusar sexualmente de su sobrina desde que tenía tres años. Los familiares del procesado han asegurado que los hechos son “imposibles” porque el hombre “nunca” se quedó a solas con la pequeña. En cambio, señalan al abuelo materno como sospechoso. "El que se encargaba de la cría era el abuelo de Barcelona", así lo explicó el padre del acusado.
Según la acusación pública, los hechos sucedían cuando la menor, que reside en Barcelona, iba de vacaciones a casa de sus abuelos de Cantabria. El procesado aprovechaba esas estancias para realizarle tocamientos mientras la bañaba o le cambiaba el pañal o pijama. El hombre se enfrenta a ocho años de cárcel y a 10.000 euros de indemnización a la familia de la víctima.
Entre los testigos de la acusación particular, ha comparecido una prima de la madre de la víctima que ha destacado que al procesado “le gustaban mucho los niños” y que siempre se le veía “muy implicado” con los pequeños de la familia, sobre todo con su sobrina con la que jugaba y a quien se la llevaba a su casa, a pesar de que ella decía que no quería ir. Así, han destacado que vieron al acusado darle besos “en la boca” a la pequeña. “Es una costumbre que nosotros no tenemos, pero ellos sí”, ha sentenciado.
El padre del acusado ha señalado el interés por el dinero que tiene su hijo que está sentado en el banquillo. "Lo único que ha hecho es ponernos mal y destrozar la vida de mi hijo", ha declarado en referencia al padre de la niña, por quien “no pondría la mano en el fuego” por su interés económico. El hombre ha explicado que, en el momento donde les comunicaron los supuestos abusos, fue como si “les clavasen un puñal a él y a su mujer” y ha subrayado que su nuera, la madre de la niña, estaba sonriente porque les habían “cargado una mochila”.
Tras tachar la situación como “una película”, el padre del procesado ha negado que su hijo y su nieta coincidiesen la noche en la que presuntamente ocurrió el primer episodio que ratificó la víctima y que ahora tiene 19 años. "Nunca hemos podido coger a la cría sola", ha subrayado tras recordar que nunca vieron al acusado duchar o bañar a la pequeña y “menos” estando su hijo a solas con ella. En cuanto al día de su comunión, día en que se produjeron abusos sexuales contra la menor con la excusa de darle un regalo, ha afirmado que después de la celebración del evento llevó a su nieta a jugar al parque, lo que contrasta con la versión de la víctima.
La pareja del enjuiciado ha asegurado que es “imposible” que hayan sucedido los hechos porque nunca han estado los dos solos. Así, ha destacado que la niña estuvo “cuatro veces” en su casa y que se bañó allí en “dos ocasiones”, pero junto a su hijo pequeño y en presencia de dos adultos. La testigo ha indicado que la relación del procesado con su hermano y padre de la víctima era “prácticamente inexistente” y que nunca se han llevado bien.
En referencia al día de la comunión, la mujer ha señalado que después de la comida se fueron a los apartamentos familiares y que la niña estaba enfadada porque nadie la llevaba al parque, a lo que accedió después su abuelo materno.
En la vista ha comparecido una prima del procesado, que desde hace bastante tiempo no tiene relación con él, y que ha asegurado que se enteró de los abusos “por parte de un familiar”, “además del bullying” que sufría la menor. También ha testificado que con el tiempo le surgieron dudas por aspectos que no le encajaban porque la progenitora de la pequeña “siempre se quejaba” de no quedaban ni veían al acusado cuando venían a Cantabria.
La testigo ha coincidido en que los dos hermanos no se llevaban como tal, "ni de adultos ni de niños", y que su relación no ha sido "fluida", sino "mala". De la víctima, ha aludido a "problemas" que tenía en el colegio y le llamó la atención un comentario que ella hizo una vez acerca de que "nunca había tenido amigas", pues siempre estaba con sus padres y abuelos. Otra de las familiares ha recalcado que la niña tenía “fantasías” con el dinero de su abuelo paterno y que manifestó en una comida. “Dijo que le tenía que comprar un descapotable, dar 1.500 euros al mes y pagar los estudios", añadió en el juicio que continuará con las pruebas periciales.
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