Descubrir que tienes un trastorno de ansiedad y depresión puede suponer todo un reto. Según el ‘IV Barómetro Juvenil 2023. Salud y bienestar’, un 59,3% de los jóvenes reconoce haber sufrido problemas de salud mental en 2023. Una cifra que ha ido en aumento si la comparamos con 2017, cuando se realizó el primer estudio de la Mutua Madrileña en colaboración con la FAD, cuando se situaba en un 28,4%. Así, el 40% de los españoles considera que tiene una salud mental mala y el 15% reconoce haber tenido ideas suicidas. Resulta esencial reconocer las señales de nuestro cuerpo para saber cuándo necesitas ayuda profesional. Aunque no siempre es fácil. “Perdí el conocimiento mientras convulsionaba”, explicó la usuaria de Twitter @nu_ce_lar tras contar cómo cambió su vida el siete de octubre de 2021.
Ella, como muchos otros jóvenes españoles, tuvo que sufrir una terrible experiencia para que le diagnosticasen un trastorno de ansiedad y de depresión. “Ese día tomé unas cañas con amigos y hasta nos hicimos fotos. Después, conduje hasta casa, me acurruqué en el sofá a charlar con mi novio y me fui a dormir sin saber que sería el último día de mi vida tal y como la conocía”, sostiene en su relato. “Tras sufrir este episodio, empecé a despertar. Solo recuerdo la voz de mi pareja llamándome y sentir que las piernas me temblaban sin control”, declara.
La usuaria @nu_ce_lar recuerda el siete de octubre de 2021 como el día en el que su vida “cambió brutalmente”. “Tenía que asimilar que tenía un trastorno de ansiedad y depresión y que todo lo que sufría venía de allí”, explica a Informativos Telecinco. “También sentí algo de alivio al saber que todos esos síntomas tenían una respuesta: la ansiedad. Pero pensar que debería haber buscado ayuda antes me cargó de más culpa”, añade. Y es que lo que comenzó como un día normal para ella, acabó con un desenlace inesperado. “A mitad de la noche comencé a gritar ‘¡Me duele!, ¡Me duele!’ y perdí el conocimiento mientras convulsionaba. Mi pareja, tras ver que no reaccionaba, llamó a emergencias. Yo seguía inconsciente y convulsionando de forma intermitente".
La usuaria confiesa que de este episodio -con el que comenzó a tener problemas graves de sueño y sus preocupaciones se “agolpaban” en su cabeza- recuerda pocas cosas. “Sé que grité "Me duele" repetidas veces, pero no sé qué me dolía. Prácticamente todo lo que sé es porque me lo ha contado mi pareja, que estaba conmigo. Puede que me doliera el pecho, que suele ser habitual en mis crisis, y al día siguiente tenía mucho dolor justo ahí. A día de hoy, pienso que lo que me dolía era el alma, que ya no podía más”, subraya.
En la actualidad, la depresión es la novena enfermedad crónica más frecuente entre la población mayor de quince años y son la principal causa de discapacidad a nivel mundial, así lo destacan en Virtus Salud. La Organización mundial de la Salud (OMS) calcula que el 25% de la población tendrá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida. Se trata de una enfermedad invisible. “Yo de niña era muy tímida e introvertida. Apenas hablaba y no era nada problemática, por lo que no levanté muchas sospechas. Mantenía mis crisis en silencio, encerrada en el baño, castigándome”, responde a la pregunta de por qué nadie de su entorno la llevó a un psicólogo.
Una vez ingresada en el hospital, las primeras hipótesis estaban enfocadas a un problema neurológico. Pero el TAC y el electroencefalograma salieron bien. Ahí fue cuando comenzó su verdadera lucha. Tras ser derivada al psiquiatra y tener una sesión, “explotó como un volcán”. “Hablamos sobre mi pasado y presente y terminé la consulta rota, empapada en sudor y temblando”. Y es que su manera de “controlar” lo que sentía era evitando ciertas situaciones y cargando con la culpa. “Continuaba con mi vida sin saber que estaba cargando con explosivos mi propia caja de pandora”.
La salud mental sigue siendo un tabú. “La gente tiende a pensar que ya estás acabada, pero lo que no sabe es que se puede convivir perfectamente y ser una persona más. Otro motivo es la falta de información: sabemos muy poquito sobre salud mental y creo que no somos capaces de identificar síntomas”, afirma. Ella recuerda que, al ser diagnosticada de depresión y ansiedad a raíz de las convulsiones, le preguntó al psiquiatra: “¿Cómo pudo ser, si yo estaba dormida?”.
“Me dijo que era posible, que hay gente que la padece e incluso que pierde la visión o cosas peores”, manifiesta en su cuenta. Los mareos, las náuseas, llantos, temblores fueron su día a día mientras se culpaba por tener esta enfermedad. “Sentía la palabra fracaso quemando en mi frente”, recalca. Hasta que buscó ayuda profesional y comenzó a entender “ese dolor invisible”. “Es increíble lo que puede hacer un psicólogo con tu vida. Todavía sigo en tratamiento y con espasmos todas las noches, pero consigo descansar. Tengo previsto bajar la medicación para este próximo año y estoy muy contenta. Todo esto es un proceso lento, pero se aprende un montón y las mejoras las sientes como medallas”, concluye sobre esta lucha que comenzó hace dos años y con la que lidia cada día.
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