Imaginemos una situación casi catastrófica: organizamos una velada de ensueño con nuestros amigos o pareja. El plan es una comida de calidad, cocinada por nosotros, acompañada de unas cuantas botellas de vino seleccionadas también por nosotros mismos. Todo sale a pedir de boca, con platos cuidadosamente cocinados y una audiencia entregada… Hasta que al tratar de abrir con entusiasmo una de las botellas de vino, el corcho se rompe, dejando su contenido forzosamente retenido en el interior del reciente.
En ese momento da igual el motivo del problema, fuera nuestra fuerza excesiva o un corcho en malas condiciones. Hay que capear el temporal y encontrar una solución para continuar con la velada. La buena noticia es que hay varios métodos para conseguir abrir la botella más allá del más obvio: empujar el corcho al interior del recipiente -que es una opción viable si contamos con herramientas que nos permitan preservar el vino-.
Una de las alternativas para librarnos del corcho tras su rotura es bastante simple, aunque requiere algo de pericia por nuestra parte. El método consiste en usar el sacacorchos de nuevo, pero en esta ocasión colocándolo en el lateral y en ángulo hacia el cuello de la botella. Si lo movemos hacia el centro desde esa posición es posible que estemos empujando el corcho hacia dentro de la botella, y así liberemos el líquido.
Otra opción es tirar de la física para hacer que el cuello de la botella se expanda y permita la salida del corcho con mayor facilidad. Para ello debemos introducir el cuello de nuestra botella en agua caliente, y mantenerlo ahí durante un minuto aproximadamente. Tras esto será mucho más fácil empujar o extraer el corcho remanente.
Por supuesto, siempre está la posibilidad de que usemos una herramienta fina para tratar de empujar el corcho al interior de la botella. Una cucharilla o un cuchillo pueden valer para este fin. Quizás se trate del método menos refinado de todos, pero también es el más sencillo, aunque requerirá de algo de fuerza y pericia para que el remedio no acabe siendo peor que el problema.
Otra opción requerirá de una herramienta algo menos habitual, el sacacorchos de láminas, que en lugar de clavarse en el corcho, tiene dos láminas metálicas que se deslizan por los laterales del cuello de la botella, y permiten que al girar retiremos el corcho en su totalidad, sin riesgos de nuevas roturas o de que queden pequeños fragmentos de corcho en el vino.
La mayor parte de alternativas ante un corcho que se rompe implican empujar la parte restante del mismo al interior de la botella, con lo que caerá en el vino, pudiendo liberar pequeños fragmentos de corcho en el líquido. La buena noticia es que el vino no se echa a perder por este contacto, pero sí que tenemos que tener cuidado y retirar los pedazos de corcho antes de consumir el preciado líquido.
La opción más ‘directa’ - que no la mejor - es verter el líquido en las copas y retirar los cachos de corcho con una cuchara. El problema aquí es que haya trozos pequeños que se nos escapen, y acabemos encontrando algún tropezón al tratar de beber el vino. La segunda posibilidad es utilizar un filtro de papel u otra herramienta que pueda servir para colar el líquido y así separar los restos de corcho, vertiendo el vino en un nuevo recipiente. Sin embargo si quieres parecer todo un experto en vinos, deberías tener un decantador con filtro, asegurándote así de que ningún resto quede en la bebida y, además, quedes la mar de bien ante tus invitados.