A casi todos nos ha pasado que, tras una larga semana de trabajo y comidas espartanas, nos hemos juntado con amigos o compañeros para tomar unas copas. El problema no es solo ese, ya que seguramente seas consciente que las bebidas alcohólicas son altas en calorías, sino que además estas reuniones sociales suelen acabar con atracones de comida basura como colofón a la noche. Si lo pensamos bien, se trata de una máxima totalmente cierta, y muy a menudo las noches de fiesta van acompañadas de un clásico kebab, un par de porciones de pizza, un bocadillo grasiento…
Lo cierto es que se han descubierto distintas razones para explicar esta necesidad desde un punto de vista científico y médico, por lo que seguramente tengamos más difícil de lo que pensábamos escapar de estos placeres culpables cuando nos ‘abandonamos’ a la fiesta.
La primera razón a la que apuntan los expertos para justificar estos ataques de hambre y de comida basura es que el alcohol reduce las inhibiciones y puede contribuir a que caigamos más fácilmente en las tentaciones culinarias. Cuando tomamos alcohol nuestro cerebro nos dirige hacia la comida que más nos gusta, rica en grasas, carbohidratos y sales, sin pensar en las consecuencias de nuestro atracón.
Otro motivo por el que se activa el modo glotón de nuestro cerebro cuando bebemos alcohol es porque este tipo de bebidas estimula las mismas neuronas que se activan cuando nuestro cuerpo entra en modo hambre, aún a pesar de que el alcohol este de por sí cargado de calorías o hayamos comido poco antes de ingerir alcohol. Por tanto, en lugar de reconocer que nuestro cuerpo está saciado, el cerebro manda la señal completamente opuesta.
Otro motivo que explica la razón de ser de estos atracones es que el alcohol reduce los niveles de azúcar en sangre, lo que activa los mecanismos para que sintamos la necesidad de tomar alimentos dulces. Esto es porque estas bebidas puede afectar a cómo el hígado libera glucógeno o almacenar glucosa. Las personas con diabetes tienen un riesgo incluso mayor cuando beben alcohol por este mismo motivo.
Diversos estudios apuntan a otros posibles motivos de esta necesidad alcohólica, como que se suprime la oxidación de los ácidos grasos, lo que contribuye a que nos sintamos hambrientos, ya que estos ácidos son importantes en la regulación del apetito. Además afecta a la termogénesis de nuestro cuerpo, haciendo que usemos más calorías para mantener la temperatura, lo que hace que nos sintamos hambrientos antes de lo que deberíamos.
Lo primero que hay que saber es que los ‘dimes y diretes’ no siempre son ciertos, y este es el caso con los atracones. Por mucho que nos hayan contado, este tipo de comida y atracones no ayudan a reducir el índice alcohólico, sino que pueden tener incluso efectos perniciosos dado que hará trabajar a nuestro metabolismo el doble, con el alcohol y con la comida basura.
Lo que sí puede ayudar es tirar de comidas más saludables, tanto antes como después de beber alcohol. Tomar este tipo de alimentos antes puede ayudar a que nuestro cuerpo metabolice el alcohol más rápido, y hacerlo después ayudará a acelerar nuestro metabolismo tras una noche de sufrimiento. Para poder cumplir con esto lo mejor es actuar con antelación y preparar snack o comida desde la perspectiva de una persona sobria, con lo que se elimina parte de la necesidad de encontrar alimentos rápidos, y también se tenderá a tirar más de lo que tenemos ya pre-preparado. ¡Persona precavida metaboliza el alcohol por dos!