Orgullosos de cuatro años de periodismo en NIUS
Hemos intentado no insultar a nadie, no ser parciales, acudir al dato como principal argumento, entender lo que no sabíamos para poder explicarlo, evitar defraudar al lector con titulares tramposos, no dar nuestra opinión sino nuestra información
Nius ha sido testigo de los últimos cuatro años, que han parecido cuatro décadas: pandemias, crisis, disturbios, elecciones, volcanes, terremotos...
Un día Paolo Vasile me dijo que hiciéramos un periódico. La propuesta me pareció descabellada pero ya lo conocía lo suficiente como para saber que lo íbamos a hacer. También él me conocía de sobra para saber que lo haríamos.
Así nació NIUS, el primer periódico hecho por una redacción especializada en informativos de televisión que aprendió en tiempo récord cómo hacer un periódico digital. El nombre fue una declaración de intenciones: NIUS, Nueva Información Útil y Sencilla. Antes de elegirlo, hubo quien me dijo que sonaba a periódico de broma, pero a Paolo le encantó. Después de cuatro años, a nosotros el nombre nos suena a gloria y lo exhibimos con orgullo.
Empezamos con la ilusión de un estreno y los nervios de unos debutantes. Ver a periodistas con más de 20 años de experiencia en ese trance fue emocionante. Han recibido formación de profesionales mucho más jóvenes que ellos de los que han escuchado consejos y lecciones sin un ápice del desdén que pondrían otros en su situación: “A mi edad me van a explicar estos cómo hay que hacer las cosas”.
Así nos lanzamos a conocer el editor, a manejar el Photoshop, a entender las redes sociales, a titular, a hacer portadas, a programar artículos, a escribir para más de un minuto de vídeo… Y nada más empezar, se hizo pública la sentencia del procés y se incendió Cataluña con durísimos enfrentamientos; luego se repitieron unas elecciones generales y se formó el primer Gobierno de coalición y llegó una pandemia. Como dijo Cecil B De Mille, empieza con un terremoto y de ahí para arriba.
Los últimos cuatro años han parecido cuatro décadas. La intensidad informativa ha rozado lo inigualable: un volcán en erupción en España, una guerra en Europa, una crisis de suministros, una inflación desbocada, procesos electorales apasionantes… ¡Ah!, y el exilio de un rey, nuestra mayor exclusiva. En este tiempo hemos tratado de hacer un periodismo que no sé si está pasado de moda: hemos intentado no insultar a nadie, no ser parciales, acudir al dato como principal argumento, entender lo que no sabíamos para poder explicarlo, evitar defraudar al lector con titulares tramposos, no dar nuestra opinión sino nuestra información... Seguro que hemos fracasado más de una vez en esas intenciones y por ello les pedimos disculpas, pero ya saben que el único que no yerra es el que no lo intenta.
Ahora nos toca cerrar este paréntesis para abrir otros. El periodismo es un oficio efímero. Las noticias de hoy mueren a manos de las de mañana. Y en estos tiempos, las noticias de las 10 son sepultadas por las de las 11. Todo va muy rápido y hay que adaptarse al entorno. Lo importante es seguir defendiendo la necesidad de una profesión que vive una crisis de identidad anegada por el exceso de comunicación. Nada dura más de un día, así que no importa decir verdades o mentiras, lo importante es llamar la atención y hacer la que multitud se dé la vuelta para mirarte.
Periodistas o influencers
Podríamos decir que los periodistas fuimos los primeros influencers de la historia: personas que concitaban la atención del público contando cosas de interés a través de unos medios. Hoy esto lo hacen a diario millones de personas y no pocos viven de ello. ¿Cuál sería la diferencia entre estos modernos comunicadores y esta profesión nuestra que está un peldaño por debajo de la de pianista de burdel? La credibilidad.
Lo que contamos los periodistas tiene que ser verdad. Es una premisa simple. Si no es verdad o no sabes si lo es, no lo cuentes. Parece fácil, ¿no? Pues no hay nada más complicado en estos tiempos. Hay demasiadas tentaciones alrededor del periodismo para que algo tan sencillo no se lleve a efecto: las prisas, la presión, las presiones, las filias, las fobias, la precariedad… No todo es culpa de la profesión. A veces es difícil encontrar una verdad entra tanta maraña de intereses fomentada por miles de personas dedicadas a despistarte.
Ese panorama se refleja en el informe del Instituto Reuters sobre la situación del sector: los usuarios cada vez recelan y desconfían más de las noticias. ¿Será que atesoramos menos credibilidad? ¿Será que esto ya no va de contar lo que pasa sino de influir en lo que tiene que pasar? ¿Será que ya no somos necesarios para que la sociedad esté informada? Yo no tengo respuestas a esas preguntas. Lo único que podemos seguir haciendo, ante las dudas, es periodismo, como el que hemos hecho con orgullo durante estos cuatro años en NIUS. Gracias a todos los que lo han hecho posible y a ustedes que nos leían. Nos seguiremos viendo en otras pantallas.