Las víctimas de violencia sexual del profesor de batería de Quart, en Girona, que han declarado en el juicio celebrado estos días en la Audiencia de Girona han descrito un mismo patrón de comportamiento. Según sus declaraciones, el acusado primero se ganaba su confianza y la de sus familiares, se convertía en una especie de ídolo y de amigo para unos y otros y luego empezaba a darles masajes en la espalda y en los genitales y en algunos casos la violencia acabó en masturbaciones y felaciones.
Con las dos últimas declaraciones ya han comparecido ante el tribunal gerundense los cinco jóvenes que han denunciado haber sufrido abusos sexuales por parte de Jordi B.B., de 67 años, entre 2009 y 2020, cuando la mayoría de ellos eran menores.
El que también ha declarado ha sido el acusado que ha reconocido que tuvo relaciones sexuales con todas las víctimas, excepto una. En su declaración, el profesor ha querido destacar que en "ningún caso percibió que éstas no fueran consentidas", sino "todo lo contrario". Durante su declaración, los cinco denunciantes estaban en la sala y se ha vivido un pequeño momento de tensión cuando el acusado ha explicado sobre una víctima que "le gustaba mucho besar en la boca". Justo entonces, la víctima se ha puesto muy nerviosa y ha tenido que abandonar la sala con un ataque de nervios.
Además, el acusado ha declarado que tenía una relación de amistad y mucha confianza con todos ellos, y que las relaciones eran plenamente aceptadas: "Una relación divertida, nunca discutí con nadie ni amenacé ni grité ni castigué. Fue totalmente aceptado, sin ningún problema y como una cosa normal". También ha asegurado que, en el momento de los hechos, él tenía constancia de que la edad mínima para tener relaciones eran los 13 años y que, en ningún momento, tuvo sensación de cometer una ilegalidad.
Por su parte, dos de las víctimas han relatado la violencia sexual sufrida durante varios años ante la sección tercera de la Audiencia de Girona y uno de ellos ha tenido que hacerlo a puerta cerrada debido a la “herida” psicológica que todavía sufre. El otro joven ha detallado que empezó a recibir las clases de batería en el sótano de la casa del acusado, como el resto, cuando tenía 12 años y que los tocamientos comenzaron poco después.
En su declaración ha descrito, al igual que las otras víctimas, el patrón de conducta que seguía el profesor y ha detallado que los abusos tenían lugar cada semana, casi cada día que daban clase, menos cuando la clase era compartida y había otros alumnos, circunstancia que también describió ayer otra de las víctimas.
Ha descrito como, desde un inicio, el profesor intentaba ganarse su confianza permitiendo que hicieran en las clases cosas que no les dejaban hacer en casa, como fumar o beber cerveza, además de tener conversaciones con ellos de tipo sexual y preguntarles por sus practicas habituales.
En la sesión del miércoles 4 de octubre, también han declarado el padre y la madrastra de una de las víctimas, que han explicado como el joven negó los hechos hasta en cuatro ocasiones y al final “se derrumbó” y llorando les contó todos los abusos que había sufrido desde los 12 años hasta los 18.
Ambos han detallado como Jordi B. se ganó su confianza desde un primer momento, iba a su casa a tomar el vermú, regaló una batería a su hijo, les hacía descuento en las clases y en la compra de piezas y les decía que su hijo era el mejor y llegaría lejos musicalmente. Al final se dieron cuenta de que llamaba continuamente a su hijo y que este muchas veces no le contestaba y decía “¿Por qué llama este pesado?”.
La Fiscalía pide para el acusado 43 años de cárcel por un delito de abuso sexual con acceso carnal, un delito de abuso sexual con prevalimiento de relación de superioridad, y tres delitos de abuso sexual continuado con acceso carnal, todos ellos con prevalimiento de relación de superioridad.
La acusación particular ejercida por el letrado Benet Salellas eleva la petición hasta los 48 años de cárcel por los abusos sexuales y por tres delitos de exhibicionismo y provocación sexual, y la defensa, de la mano del letrado Carles Monguilod, pide la absolución.