Alberto Núñez Feijóo está en busca activa de apoyos para ser investido Presidente del Gobierno. El líder del Partido Popular ya ha asumido que tiene complicado, casi imposible, que el Congreso de los Diputados le dé su confianza con un 'sí' de la mayoría absoluta de la Cámara en las dos votaciones que tendrán lugar tanto el miércoles como el viernes de esta semana. Hasta que no llegue ese día, el esperado 29 de septiembre, ni él ni la ciudadanía sabrán si finalmente hay nuevo Gobierno o si le toca el turno a Pedro Sánchez, Presidente en funciones, de demostrar que cuenta con los apoyos suficientes.
Una compleja tarea la que tiene Feijóo por delante en la que están siendo cruciales otro tipo de apoyos que nada tienen que ver con la política: los de su familia. Esa que formó hace justo diez años cuando, de casualidad, en un vuelo Madrid-A Coruña, se topó con Eva Cárdenas, a la que no volvió a ver hasta el año 2013, cuando reconfirmó ese "primer flechazo".
Por entonces, esa ejecutiva que hasta el momento era una absoluta desconocida para él (y que hasta entonces no estaba entre sus votantes) ejercía de mano derecha de Amancio Ortega. Un lugar que se ganó después de diez años como directora de Zara Home España, a donde llegó tras años centrada en la línea de perfumería del grupo y una primera incursión en la firma L'Oreal, por la que fichó poco después de licenciarse en Económicas y hacer un máster en Dirección y Administración de Empresas, lo primero en Santiago y lo segundo en Madrid.
Iniciar una relación a eso de los 40 implica tener un pasado. Él, que ya llevaba dos mayorías absolutas en Galicia como Presidente de la Xunta y había demostrado ser uno de los puentes fuertes de un PP en crisis, venía de un noviazgo de doce años con la periodista Carmen ‘Chinny’ Gámir, a la que conoció como entrevistado cuando todavía era presidente de Correos y la política aún era una posibilidad.
Su proyección mediática nada tenia que ver con la del Feijóo de hoy. De ahí que el interés por su vida sentimental fuese casi una anécdota hasta que el PP le confió el reto de hacerse con la Xunta. Fue entonces cuando se le empezó a ver en actos (y se confirmó su relación) con la que fue su compañera de vida hasta 2012, año en el que se les dejó de ver juntos.
Un discreto noviazgo en el que ella, que tenía una hija de una relación anterior, llegó a pedirse una excedencia. Al término de su relación, Chinny había retomado su carrera profesional, esta vez como jefa de prensa del Ministerio de Hacienda.
Tras la separación, ese vuelo Madrid-A Coruña que tantas veces ha tenido que tomar Feijóo en su nueva etapa como líder del Partido Popular a nivel nacional le hizo volver a enamorarse. Eva Cárdenas, que de fraguarse esta investidura se convertiría en primera dama, también tenia un pasado. Concretamente una hija, Gabriela, por la que en 2019 abandonó Inditex para crear juntas la empresa inmobiliaria Niebla Azul.
Como ambos estuvieron de acuerdo en que "una boda es un coñazo", decidieron no casarse. Sin embargo, a falta de este paso, el gran salto que dieron como pareja fue ser padres de 'Albertito', el primer y único hijo de Alberto Núñez Feijóo. Ella tenía 51 años y él 55 cuando llegó al mundo. Una paternidad tardía y madura que, como expresó con cierta ironía en una entrevista en 'Mi casa es la tuya', es la prueba de que se toma las cosas "con tranquilidad".
Por él está intentando que estar en la primera línea política, lugar que ocupó tras la abrupta salida de Pablo Casado del Partido Popular, no le haga olvidarse de su principal prioridad.
Aunque siempre haya tratado de blindar su intimidad, este nuevo papel que ocupó tras abandonar Galicia y asentarse en Madrid, donde residen de manera provisional, ha provocado que pongamos cara tanto a Eva, a la que Feijóo siempre ha reconocido el valor de haber "renunciado a una vida mucho mejor que la de ahora" por estar con él, como a 'Albertito'. Basta con hacer un barrido rápido al perfil de Instagram de él para ver cómo compagina su labor como presidente del PP con ese difícil reto de disfrutar de un tiempo de calidad con ambos, especialmente con su hijo, para el que siempre ha tenido claro que quiere ser un padre presente.